Construyendo el nuevo orden
Escrito por Pablo González y Pedro Nonay, tratando de entender como se construirá el nuevo mundo.
Nota 18
Mis conclusiones: Tecno-feudalismo
2 junio 2024
Hace más de un año que comencé esta serie de notas. Creo que ha llegado el momento de cerrarla, y lo hago con ésta.
Releyéndome, compruebo que buena parte de las cosas que he ido exponiendo se han convertido en discursos habituales en los medios. Tal vez no estaba muy desenfocado, lo que me alegra.
Ya dije al inicio que el objetivo de la serie era entender lo que va a ocurrir en esta etapa de transición de un orden mundial que se agota hacia otro que comenzará.
Con lo estudiado a través de estas notas, creo haber entendido cómo se va a hacer esa transición. Al menos, tengo una teoría que me parece lógica.
Aquí, tras exponer un resumen de lo dicho en notas anteriores, explicaré la forma en que pienso se va a hacer esa transición. Todo ello, dejando claro que son deducciones personales, con su riesgo de ser erróneas, pero que a mí me resultan mejor herramienta que no tener ninguna, y que la comparto por si a alguien le interesa.
El resumen de mis conclusiones tras lo estudiado es el siguiente:
Internet es el origen de todo lo que ocurre.
A lo largo de estas notas, he llegado a la conclusión de que el mundo va a cambiar mucho, y muy pronto, aunque no de repente, ni en todos los aspectos, y lugares, a la vez.
Ya he dicho que no debemos pensar en estas “crisis” (la de las Guerras, la de la inflación, la de la polarización política, la climática, …) comparándola con 2007, o con otras fechas relativamente recientes.
Más bien pienso que debemos hacer la comparación con 1453, que es el año en que Gutenberg inventó la imprenta.
Aunque sorprenda la comparación, a partir de ese momento, de una forma lenta, se acabó la edad media, basada en el feudalismo, y comenzó el Renacimiento, basado en los Estados Nación (que no existían antes). El mundo cambió del todo. Y evolucionó, posteriormente, hasta ahora, que es cuando volverá a haber otro gran cambio.
Yo pienso que el detonante de ese nuevo gran cambio es Internet (se merece la mayúscula). Cambiará el mundo incluso más que lo cambió la imprenta. Y, si alguien dice que internet ya es antiguo, yo le digo que cincuenta años son pocos para que se sientan todos los efectos, y que faltan por inventarse muchas de las posibles utilidades basadas en la existencia de Internet. Además, hace bastante poco que salió de las manos de los “ilustrados” y lo usan dos tercios de los habitantes del planeta.
En definitiva, la palabra importante es CONOCIMIENTO. Con el conocimiento se hace todo. Se mejoran los sistemas de producción, la organización social, …
La imprenta “democratizó” el acceso al conocimiento fuera de los monasterios y de las bibliotecas de los nobles. Y apareció una explosión de cambios en base a ese conocimiento. Siempre recuerdo que Leonardo Da Vinci no era monje, ni noble, y no habría podido hacer lo que hizo sin la existencia de la imprenta, no por la divulgación de sus trabajos, si no porque no habría accedido al conocimiento que le permitió hacer esos trabajos.
Internet va a tener las mismas consecuencias, pero con un orden de magnitud incluso superior. Se va a acabar la era en la que hemos vivido, y comenzará una nueva, a la que habrá que ponerle nombre (como explicaré más abajo, sugiero el de “tecno-feudalismo”).
Mientras tanto, ocurre que la mayoría de la gente esta desorientada. Eso es porque todavía no son conscientes del cambio en el que nos encontramos. Intentan aplicar el “manual de instrucciones” de los asuntos en los que trabajan o socializan. Lo hacen con estudio y esfuerzo, … y no obtienen los resultados esperados. Ocurre así porque ese manual de instrucciones se ha quedado anticuado. Y tenemos el problema de que el nuevo manual de instrucciones no está escrito.
Es tiempo de los pioneros. Ellos escribirán ese nuevo “manual de instrucciones”. Aunque siempre hay que recordar aquella frase antigua de los libros de motivación que decía: “a los pioneros se los comen los indios” (ya sé que hoy es una frase políticamente muy incorrecta, pero creo que expresa muy bien el riesgo de hacer cosas nuevas). En contraposición, hay otra frase antigua pero muy descriptiva: “cuando te das cuenta de que estás cabalgando un caballo muerto, la mejor estrategia es descabalgar” (no vale de nada usar con más fuerza las espuelas o la fusta). Y, … creo que hoy, en casi todo, estamos cabalgando un caballo muerto.
No me resisto a copiar aquí parte de lo que proyecté en una conferencia reciente que di en un master que organiza Pedro (gracias por la oportunidad). Son las siguientes:
Los bloques de países.
Desde 2020, en que empecé a escribir estas notas, vengo diciendo que vamos hacia una división del mundo en dos bloques de países, que van oficializando sus nombres como Occidente y BRICS+. Aunque no son unos nombres que describan bien a los países implicados, parece que se van imponiendo.
La característica que mejor define a cada uno de los bloques es el estado de sus clases medias:
- En Occidente están bajando de calidad de vida. Lo que les lleva a estar muy enfadadas. Eso genera inestabilidad y populismo.
- En BRICS+, las antiguas clases bajas están subiendo de calidad de vida, creando las nuevas clases “medio-bajas”. Siguen viviendo peor que las antiguas clases medias de Occidente, pero no se comparan con eso, sino con su situación de hace poco, y ven que están mejor que antes. Eso les lleva a sentir mayor felicidad, y a aceptar los dictados de sus líderes porque, aunque no haya democracia, sienten que las cosas están funcionando.
Precisamente por esa distinta situación de las clases medias, los bloques de países se van a ver obligados a funcionar de una forma casi autárquica dentro de cada bloque (no dentro de cada país). De otra forma, habría exceso de “dumping” entre bloques, con la posibilidad de que uno de ellos “asfixiara” al otro.
Esa situación del nuevo “telón de acero” (tal vez podríamos llamarlo “Telón de seda”, por la gran influencia china) se va a dar hasta el momento en que la calidad de vida de las clases medias de cada bloque (y el porcentaje de población que representen del total de cada bloque) se homogeneice, lo que va a llevar décadas. En ese momento sí podremos pensar en la verdadera globalización, y en algo parecido a gobierno mundial.
Por cierto, hago la mención a que el nombre de los bloques de países que hoy se utiliza está “contaminado” por el orden mundial que se acaba. BRICS+ se podría traducir por “más ladrillo” (con errata, por falta de la K). Eso es una forma muy antigua de entender lo que está pasando en lo que antes llamábamos “países en desarrollo” (o emergentes).
El nombre de BRICS lo propuso por primera vez Jim O´Neill (presidente de Goldman Sachs). No creo que buscase la referencia al ladrillo, sino algo fácil de recordar con el juego de las iniciales de los países. El caso es que relegó a China (que es el líder indiscutible) a la cuarta posición del nombre, y dejó a Brasil (que importa, pero no tanto) en la primera.
Si yo fuese líder de ese bloque, le cambiaría el nombre. No dejaría que el mundo que “voy a cambiar” fuese el que me pone el nombre, además, con algo de “maldad irónica”. Por comparación, los Estados Unidos de América no aceptaron que los ingleses les continuasen llamando “las colonias”.
Por otra parte, a esos países que antes llamábamos “emergentes”, les puede tentar la lógica idea de decir: “ya hemos emergido”. De nuevo, nada distinto de lo que ocurrió entre UK y USA, cuando les llamaban de forma despectiva “los cowboys”.
Una consecuencia de este proceso es lo ocurrido el pasado 24 de mayo, cuando la Corte Internacional de Justicia (organismo de la ONU) ha ordenado a Israel que detenga sus ataques (noticia aquí). Habrá que ver los efectos prácticos de esto, pero hay un efecto claro: Occidente ha perdido el control de la ONU. Los organismos internacionales se van a empezar a redefinir.
Países en cada bloque (y fichajes necesarios).
Para una primera aproximación de los países que pertenecerán a cada bloque, he usado el resultado de las votaciones de la ONU sobre la Guerra de Ucrania, así como el discurso de Xi Jingping para el pacto (que considero la declaración de inicio de los nuevos tiempos, de lo que hablé en la nota 12).
Esa votación se produjo el 2 de febrero de 2023. Traté sobre el asunto en mi nota 12 de la anterior serie. Allí venía a decir que me parece que, salvo cambios posteriores, los países que se pueden considerar como pertenecientes al bloque de Occidente son los que votaron a favor.
Tras el estudio hecho en las notas anteriores, he intentado deducir los países a los que Occidente debe intentar “contratar” para su “alineación” con el objetivo de ser autárquico en el acceso a las materias primas necesarias.
El resultado que me sale es que occidente tiene que:
- “Conservar” a Chile, por su minería de litio para las baterías eléctricas.
No parece difícil que Chile continúe en esa “alineación”. - Y a Argentina, por el mismo asunto del litio, además de por el asunto de las materias primas agrícolas.
En principio, Argentina estaba invitada a participar en el bloque BRICS+, pero, tras las elecciones en las que ganó Milei, el nuevo gobierno rechazó la oferta. Parece que ahora tienen intención de acercarse al bloque occidental, pero se trata de un gobierno inestable que, además, tiene firmados contratos de colaboración con China en cuanto a suministros. Es un asunto a vigilar mucho, lo que implica que Occidente debe ayudar a Argentina en su difícil reorganización económica. - Y a Australia, por el asunto del zinc para la energía solar, y del litio y del níquel para las baterías eléctricas.
Parece más fácil “conservar” a Australia que a Argentina, pero igualmente hay que ayudarles a modificar los contratos que tienen firmados con China al efecto. - Y a lo que “quede de Ucrania como país independiente”, por el asunto de los granos agrícolas.
Esto no parece difícil en la situación actual. Lo que habrá que vigilar es si lo que queda de Ucrania es “suficiente”. - Y a algún país con grandes reservas de petróleo, siendo Venezuela el candidato principal, pese a las grandes diferencias ideológicas de su actual gobierno con Occidente.
Parece que habrá que “perdonarles y aceptarles”. Tal vez ayudándoles en su reclamación sobre Guyana y las reservas en dominio marítimo.
Puede que éste sea el asunto más difícil de explicar y vender políticamente. - Evitar el cobalto en las baterías eléctricas, o hacer un difícil acuerdo con la República Democrática del Congo.
Además, Occidente debe ser consciente de las inmensas inversiones que requiere el cambio de modelo energético. Y ello sabiendo que, aun así, es difícil conseguir el objetivo, y que puede que no haya materias primas suficientes. Hace falta más investigación en otras fuentes de energía.
Adios al estado nación.
Como ya he dicho, el concepto de Estado Nación es algo derivado del Renacimiento. Antes de ello nos encontrábamos en los reinos feudales.
Por causa del nuevo mundo “post-Internet”, la fuerza de esas naciones se va a “desvanecer”. Cada vez existirán menos asuntos en los que la decisión dependa del líder de cada país (lo que llamamos competencias). Las competencias que no dependan de organismos transnacionales (Banco mundial, OMS, ONU, …), estarán decididas por el líder del bloque de países que corresponda, a excepción de las competencias relativas al control de las masas locales (policía y justicia). Y, las pocas competencias restantes, las “identitarias”, como son las fiestas locales, la gastronomía, el idioma local, … las tendrán organismos de menor tamaño que los países (las regiones). En realidad, el concepto país seguirá existiendo nominalmente, pero sin valer para casi nada en la práctica.
Monedas (¿energía?).
He explicado que no sólo va a cambiar la moneda dominante (hoy sigue siendo el dólar), sino el propio concepto de moneda.
Lo esperable es que cada uno de los bloques de países tenga su moneda oficial. Será usada por ley para la vigilancia fiscal y las normativas de contabilidad, así como para el comercio. Desde luego, los BRICS+ harán lo posible por desvincularse del dólar, aunque no les resulte fácil ni inmediato.
Además, también es esperable que el público no confíe en esas monedas de cada bloque. Que hagan sus contabilidades con ellas (por obligación), y que tengan algo de ellas en sus cuentas corrientes (lo mínimo indispensable para su operativa). Pero tendrán sus ahorros principales (o sus inversiones) en activos concretos (lo que yo llamo “cosas”) en los que confíen más que en las monedas. Puede ser el caso del bitcoin, del oro, del inmobiliario, … Cada uno tomará sus decisiones en base a su conocimiento y al sector en el que opere.
De las tres características clásicas de una moneda: Reserva de valor, unidad de cuenta (más bien de cuento), y medio de pago, tan sólo la última seguirá funcionando para las monedas clásicas.
Lo normal es que el “valor” lo tengamos “archivado” en algo menos fácilmente manipulable que las monedas (y con menos inflación).
También es normal que nuestras cuentas internas, las que de verdad nos dan información y fiabilidad para medir lo que hacemos, las hagamos en base a algo distinto a las monedas. Cada uno a su manera. Algo parecido a la contabilidad de reposición. Haya la inflación que haya, cada uno intentará saber si lo que tiene le da para mantener su nivel de vida, o de actividad empresarial. Si vendes jamones, llevarás tu contabilidad interna en jamones, y tratarás de saber si el año que viene puedes curar más jamones que el anterior (aunque tengas tu contabilidad oficial en euros). Y digo que no he puesto el ejemplo de los jamones por casualidad, sino porque hace muchos años que un buen amigo (gracias, Luis) me hizo entender eso del valor de reposición hablando de jamones.
Por cierto, hago una sugerencia: usemos como “unidad de cuenta” la energía. En realidad, todo necesita energía para producirse. Si medimos las cosas en Kwh, buscaremos sacarle el mayor provecho a esos Kwh, lo que significa que buscaremos ahorrar energía, asunto muy importante para evitar el cambio climático, así como para optimizar la producción.
El ponche de Alan Greenspan.
Relacionado con el asunto de las monedas y la inflación, quiero recordar aquella vieja frase de Alan Greenspan (presidente de la Fed entre 1987 y 2006). Decía que su trabajo consistía en “retirar el ponche de la fiesta cuando está más divertida”. Se refería a controlar la inflación y a subir los tipos de interés.
La idea estaba clara, y era sensata. Cuando las cosas están a punto de desbocarse, alguien tiene que ser el “aguafiestas” para que al día siguiente la gente tenga menos resaca y se pueda levantar a trabajar en un mundo que tiene que seguir girando.
Visto lo que ocurre hoy, parece que, en lugar de “retirar el ponche”, han decidido llevarnos al local “afterhour” más divertido. Algo así como si no les importase nada la resaca que tendremos mañana (ni siquiera si estaremos vivos). Porque saben que en ese mañana metafórico (que pueden ser años), el mundo ya no va a seguir girando de la misma forma. Algo así como: “que se lo pasen bien los chicos por última vez, total, … para lo que les queda, …”.
Parece un preludio a la hiperinflación, al hundimiento del dólar, y al cambio total de sistema.
Dentro de esa comparación con las fiestas, mi opinión es que ahora estamos, aproximadamente, en las tres de la madrugada. Ya comienza a ser demasiado tarde, pero falta mucho para que amanezca y sigamos en ese afterhour en condiciones pésimas.
Democracia- IA
Hablamos mucho de lo que decía Churchill: “la democracia es el menos malo de los sistemas de gobierno”.
No digo que no tuviera razón, pero es un hecho que las democracias están en declive. La mayoría de los países no la practican. De los que sí lo hacen, hay muchos en que es, tan sólo, una cuestión nominal (¿las elecciones significan que hay democracia en Rusia?). Y, en los pocos que la aplican de verdad, hay mucha polarización, tensión social, y tendencia a la autocracia.
Todo esto está muy relacionado con el cambio del mundo post-Internet. Si vamos a un mundo nuevo, con un manual de instrucciones distinto y no escrito, la decisión de las masas tal vez no sea la de mejor criterio para adaptarse a lo que toca. Suelo poner el ejemplo del viaje de Colón. Si hubiera hecho un referéndum entre su tripulación, habrían elegido volver, y nunca habrían cambiado el mundo como lo hicieron (con sufrimiento, eso sí).
Además, tenemos el asunto de la IA. Muy pronto, esa IA tendrá más capacidad que nosotros para tomar las decisiones acertadas sobre lo que hay que hacer para adaptarnos al futuro (igual que hace ya tiempo que la tiene para ganarnos al ajedrez). La pregunta es ¿dejamos que la IA tome las decisiones buenas para que todos ganemos?, o ¿las tomamos nosotros, democráticamente, aunque sean malas y nos perjudiquen? La respuesta a eso es muy difícil y tiene gran trasfondo filosófico. Los propios conceptos de “individuo” y de “libertad” están afectados.
De todas formas, debemos ser conscientes de que la libertad de decisión individual (base de la democracia) no existe realmente hoy. Lo cierto es que la mayoría de la gente piensa de la forma en que le educan (¿manipulan?) desde los medios de comunicación o las redes sociales. Y así decide su voto. Tras ello, toman las decisiones los gobiernos, con mucha menos capacidad de acertar que la IA (para el bien del pueblo, que para su propio bien tal vez sí acierten).
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Ideas principales.
Intentando resumir más aún lo tratado en todas las notas en cuanto a la situación del mundo, y con el riesgo de las simplificaciones, pero con la ventaja de intentar describir la situación en pocos párrafos, se puede decir lo siguiente.
Toda la actividad humana (tecnológica, económica, social, política, …) depende de la forma que en que se crea y transmite el conocimiento. Internet cambia y acelera todo. El resultado final puede ser bueno, pero el camino es peligroso.
Por ello, y por la situación actual, iremos a dividir el mundo en dos bloques de países con grandes diferencias entre sus clases medias (en Occidente bajando de calidad de vida, y en BRICS+ subiendo). Bloques que funcionarán de forma casi autárquica entre ellos.
Occidente, para garantizar su acceso a los recursos naturales que le permitan afrontar el cambio de modelo energético y el acceso a materias primas agrícolas, además de su “plantilla” actual, debe garantizar la continuidad de Chile, Argentina, Australia, y el resto de Ucrania tras la Guerra, así como debe “fichar” a Venezuela.
Las Guerras, la polarización de la sociedad en Occidente, el descontento social, y la desorientación de casi todos a la hora de tomar decisiones, son causa de lo anterior. El mundo está cambiando y la gente está inquieta, por no saber cómo les afectará, ni lo que deben hacer. No lo saben ni los de abajo, ni los de arriba (la mayoría).
Mientras tanto, el estado nación se quedará casi sin competencias, las que no estén “más arriba”, estarán “más abajo”.
En lo económico, hay tendencia a tener una moneda líder en cada bloque. Moneda que funcionará para las transacciones y para la contabilidad e impuestos. Sin embargo, el público se fiará poco de ellas, y buscará la reserva de valor en otros activos (oro, bitcoin, inmobiliario, arte, …).
Hasta que estalle todo, viviremos una “borrachera” total, usando el viejo sistema de poder político y económico. La situación actual de deuda, inflación, e impresión de moneda es equivalente a irnos de fiesta al local afterhour (exageración sin límite y con consecuencias). Cuando salgamos de allí, y se nos pase la resaca (al que no le haya dado el infarto), nada será igual.
Otro asunto que perderá fuerza en el proceso es el concepto de democracia como sistema de gobierno. Gobernarán los que sepan hacia dónde vamos, y habrá pocos con conocimientos de lo que hay que hacer para llegar a ese nuevo mundo. Como siempre, unos lo harán mejor y otros peor. En esto influirá mucho la IA.
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Visto el resumen de lo estudiado, la gran pregunta es ¿cómo será el nuevo orden? Yo lo veo así:
Tecnofeudalismo.
No puedo estar seguro de la forma de ese nuevo orden. Tampoco creo que nadie pueda estarlo. Pero sí tengo alguna opinión sobre la opción probable.
Lo llamo “tecno-feudalismo”. Y creo que será de aplicación en el bloque de países de Occidente, porque en el otro bloque pienso que el sistema está claro: perfeccionarán sus autocracias (que les están funcionando).
Dentro de Occidente, uso la palabra “tecno” porque creo que el poder que hoy tienen las instituciones financieras y los gobiernos va a ser trasladado a las grandes corporaciones tecnológicas. Eso es porque, antes, lo importante era controlar el dinero, y mañana lo será controlar los datos, en base a los cuales se hace todo. Pienso que las grandes decisiones del bloque de países estarán muy influenciadas por las tecnológicas. No es que sean ellas las que manden de forma directa, pero su lobby de poder será básico, como lo ha sido el de la gran banca hasta ahora.
Y digo “feudalismo” porque creo que la gestión local de satisfacer y controlar a las masas se va a hacer de esa forma. Llamémosle “feudalismo ilustrado”. En cada lugar habrá alguien, con medios, conocimiento, y buenas intenciones (mejor que sea así), que sea quien domina la zona. Ese gobierno local (de tamaño muy inferior a los actuales países) será quien aplicará, de forma local, las decisiones tomadas en el bloque de países por los lobbies tecnológicos, y será quien se relacione con ellos. Lo normal es que ese gobierno local no sea una única persona, sino un grupo de influencia, con mucha comunicación entre ellos, en el que participen los políticos locales, los empresarios, y las estructuras sociales relevantes en la zona. Ellos se dedicarán a la implantación de las decisiones tomadas a nivel de bloque de países, pero adaptadas a las capacidades e idiosincrasias locales, además de ejercer las funciones locales de policía y justicia.
Plazos.
Ya he dicho que no ocurrirán todos los cambios en todos los lugares y sectores a la vez, como tampoco ocurrió así en el paso de la Edad Media al Renacimiento.
Pero es tentador intentar definir una fecha que sea la referencia y que acabe en los libros de historia. Aunque también es pretencioso.
Me atrevo a hacer mi pequeña apuesta por la fecha de esos futuros libros. Eso sí, insisto en que no tengo bola de cristal, tan solo intuición.
Creo que puede ser verano de 2025.
No hay ninguna forma de demostrar el acierto de esa fecha, pero sí puedo explicar mis motivaciones para elegirla:
- La primera es que hace tiempo que está todo a punto de estallar. Falta la gota que colme el vaso (lo que he hablado del “afterhour”).
- La segunda es que no creo que ocurra nada hasta que no se sepa el resultado de las elecciones en USA (y las primeras decisiones del nuevo presidente, así como las reacciones de Xi Jingping y de Putin.
- Y la tercera es una media de las muchas predicciones que han hecho personas relevantes y que he descrito a lo largo de las notas anteriores. Entre ellas, cito expresamente la que hizo Samuel Benner en 1872. Hable de ella al final de la nota 7 de la anterior serie. Y decía que era en 2026.
España (o, ¿Ex-paña?)
Como soy español, voy a hablar un poco del futuro que veo para nuestro actual país en aplicación de todo lo anteriormente expuesto.
Creo que el país seguirá existiendo, pero casi sin competencias. Las que no estén “arriba” (en la dirección de Occidente), estarán “abajo” (en los feudos locales). España será un concepto de unidad cultural, y poco más (y poco menos).
Por otra parte, es sabido que España pertenece a Europa (al menos hasta ahora, que todo puede cambiar), y que mucha gente dice que Europa es el “museo” del mundo, con mínima capacidad de influencia en la gestión de los bloques de Occidente y BRICS+.
Yo estoy de acuerdo con eso, pero suelo añadir como broma, aunque con fondo, que España será el “bar del museo”. El lugar del ocio y diversión dentro del museo que es Europa.
Además, también digo que España tiene otras dos “pequeñas” características que gestionar:
- El Estrecho de Gibraltar. Con su capacidad de influir en el importantísimo tráfico marítimo (en la dirección este-oeste). Y con su capacidad de conectar el tráfico de personas y mercancías entre Africa y Europa (en la dirección norte-sur).
Por cierto, es imperativo construir el puente, túnel, o lo que sea, que lleva tanto tiempo estudiándose. - Y el idioma español, con su capacidad de conexión cultural de Europa con América del Sur.
Creo que no son malas cartas para nuestro país. Ojalá sepamos gestionarlas bien.
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Muchas gracias por leerme.
No puedo garantizarlo, pero lo normal es que pronto inicie una nueva serie de notas orientada hacia las posibles actuaciones ante los cambios.
Como siempre, agradezco comentarios en mi email: pgonzalez@ie3.org