Construyendo el nuevo orden
Escrito por Pablo González y Pedro Nonay, tratando de entender como se construirá el nuevo mundo.
Nota 5
Los bancos (segunda parte)
22 junio 2023
Mi selección de contexto nuevo.
Esta vez he seleccionado dos noticias recientes para pensar en los cambios de contexto. Son las siguientes:
- Ha habido un ataque a la presa de Nova Kajovka en Ucrania. Los daños por inundaciones son muy grandes, con afecciones a la población, a la economía, a la ecología, a las futuras cosechas, y a la protección de la central nuclear (noticia aquí).
También hay afección a las operativas militares. No va a ser fácil continuar los ataques en las zonas afectadas.
Se discute la autoría. Todos dicen que ha sido el otro. Me parece que no se va a saber la verdad en mucho tiempo. Incluso puede que haya sido alguien no combatiente en la Guerra, pero que quiera forzar una situación límite para buscar negociaciones de paz. Yo lo comparo con lo sucedido en el gaseoducto Nord Stream.
- Michael Klare firma un importante artículo en FPIF (recuerdo que es un medio muy influyente en la izquierda woke de USA). Se puede ver aquí. Viene a decir que USA tiene que reconocer que la Guerra de Ucrania sólo se puede resolver con el apoyo de China. Que no van a ganar ni Rusia, ni Ucrania. Y que, en los tiempos posteriores, USA dejará de ser el único poder mundial y tendrá que compartirlo con China e India a través de algo que llaman el G 3. Es algo evidente, como hemos visto en estas notas, y lo están diciendo los ideólogos del partido demócrata americano, que es quien todavía gobierna, lo cual es la novedad para mí.
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Más sobre los bancos.
En la nota anterior expuse las características de la situación actual de los bancos. En ésta intentaré ver las formas en las que puede fallar el sistema, y lo que puede ocurrir tras ello.
Los posibles fallos del sistema.
Visto lo anterior, hay dos principales caminos por los que puede fallar todo el sistema asociado a la estabilidad de los bancos.
Ambos están basados en el mismo concepto de fondo, que es el de que los bancos no manejan su dinero propio, sino el de los usuarios.
El primero de ellos es si el usuario tiene miedo de que su dinero esté bien custodiado en el banco. Si eso ocurre masivamente, el banco quiebra ante la retirada de depósitos, como veremos abajo en el ejemplo reciente del SVB.
El otro, más de largo plazo, es cuando los usuarios encuentran mejor servicio para sus intereses en otras entidades. En ese caso, también retiran su dinero y lo llevan a esas entidades. Eso tiene la consecuencia de transferir el actual poder de los bancos a esas entidades, como puede estar ocurriendo ahora en el desplazamiento a las tecnológicas tras ejemplos como el de la reciente oferta de Apple de abrir cuentas corrientes allí con rentabilidades diez veces más altas de las que dan los bancos (noticia aquí).
El problema del corto plazo.
Como hemos visto con el fondo de maniobra (en la nota anterior), casi por definición los bancos son empresas abocadas a la quiebra inminente si los depositantes retiran sus fondos de forma masiva. Es lo que ha ocurrido con las recientes quiebras.
Y, ¿por qué razón van a retirar los depositantes sus fondos del banco? Pues, por el miedo a perderlos ante la quiebra del banco.
Y, ¿por qué van a tener miedo los depositantes? Porque saben que, si el banco quiebra, y sus fondos no están garantizados, los van a perder (luego hablaré de las garantías de los fondos).
Hasta hace poco, la mayoría de los depositantes (por desconocimiento) pensaban que sus fondos en el banco estaban protegidos.
Hoy, tras la revolución de las comunicaciones y las redes sociales, se pueden enterar muy rápido (en horas) de los riesgos. Y las mismas tecnologías les permiten dar sus órdenes de transferencia a otros bancos en horas (o minutos), que es muy distinto a lo que ocurría antes, cuando era necesario acudir físicamente al banco, y el banco tenía tiempo de pedir socorro al gobierno para que decretara un “corralito”.
La quiebra por retirada de depósitos.
Hemos visto en la nota anterior que los balances deben cuadrar. Por eso, si un banco sufre retiradas masivas de depósitos (que son el pasivo del banco), se ve obligado a equilibrar el balance. Lo puede hacer:
- Con ampliación de capital. Pero sería una ampliación muy grande, que los actuales accionistas no podrían aportar, y que tampoco aceptarían diluirse ante un potencial nuevo accionista (quien tampoco es lógico que quiera invertir mucho dinero en un lugar casi en quiebra).
- Con mayor captación de pasivo (dinero de los dueños de cuentas corrientes, o créditos de alguien), que no parece fácil ante esa situación de casi quiebra, cuando los depósitos se “está yendo, no viniendo”.
También pueden intentar captar otros tipos de pasivo, como préstamos de otros bancos, o de los bancos centrales. Con esto, pueden ganar algo de tiempo, pero, como lo esperable es que continúen sin generar beneficio para pagar esos préstamos, el resultado final probable es que les acaben forzando a fusionarse con otros bancos (los acreedores), o a ser nacionalizados.
- O, con venta de activos.
Esos activos que tiene que vender son las inversiones de los bancos, que pueden ser créditos concedidos no vencidos, bonos del gobierno o de empresas, o acciones de empresas de las que el banco es propietario.
Por supuesto, antes de hacer esas ventas, el banco pagará las retiradas de activos con lo que tenga de liquidez en caja, pero, si la retirada es masiva, no tendrá suficiente liquidez, y deberá vender activos.
Ocurre que, en la situación actual de subidas de tipos de interés, los créditos que el banco tiene concedidos, y los bonos que tiene comprados, son de los años anteriores, en los que los tipos estaban más bajos.
Si el banco se ve obligado a vender esos “derechos de cobro”, los compradores tienen que elegir entre comprar lo que el banco les ofrece (p. e.: bonos antiguos a un tipo de interés muy bajo), o lo que pueden comprar en el mercado (p. e.: bonos recién emitidos a un tipo de interés mucho más elevado). En ese caso, los compradores de lo que el banco necesita vender, tan sólo lo van a comprar si se lo venden a un precio con descuento, que debe implicar ganancias superiores ante la opción de comprar bonos nuevos.
Esto significa que el banco tiene que vender sus activos a menor valor del que tiene en el balance. Es decir, que tiene que asumir pérdidas. Y, si esas pérdidas son significativas comparadas con los fondos propios del banco, se puede encontrar en situación de quiebra.
El ejemplo del SVB.
Como explican bien aquí, SVB (Silicon Valley Bank) tenía unas pérdidas no registradas de 15.162 millones de dólares. Esas pérdidas serían el resultado de tener que vender sus activos a los precios de mercado tras las subidas de los tipos de interés. Como también se dice en esa noticia, los fondos propios de SVB eran de 16.295 MM $, lo que le situaba casi en quiebra.
Por otra parte, en la misma noticia se ve que el balance total de SVB era de 212.000 MM $, lo que significa que los fondos propios (el dinero de los accionistas) eran de, aproximadamente un 7,7 % del total del balance (del dinero manejado por el banco). Y las pérdidas no afloradas eran de un 7,3 % del total del balance.
Por comparar con otras situaciones, el Banco Santander, en septiembre de 2022, tenía unos fondos propios del 16,18 % de su balance total (según se puede ver aquí), que es muy superior al de SVB. Si las pérdidas no declaradas fuesen del mismo rango, que sería lógico, porque sus inversiones en créditos y bonos también las tiene hechas en tiempos de tipos de interés casi nulos, no se situaría en posición de quiebra, pero tampoco quedaría muy cómodo.
Como continuación del problema del SVB, en USA se habla mucho de qué otros bancos pueden ser los siguientes. Hay datos aquí, y aquí. También hay miedo en Europa (noticia aquí, donde resaltan también los problemas de los bancos para adaptarse a los cambios tecnológicos).
Gestión de velocidades. Las derivadas.
Como hemos visto arriba, el problema básico de los bancos en el corto plazo es que sus activos (los créditos concedidos, los bonos comprados, las acciones en propiedad, …) están adquiridos antes de esta crisis, cuando los tipos de interés eran bajos. Eso significa que la rentabilidad de esos activos es baja.
Sin embargo, sus pasivos, que es el dinero depositado por sus clientes, piden que les suba la rentabilidad (tras la subida de los tipos de interés). Más o menos, dicen: “si no nos suben la rentabilidad, nos vamos a otro lugar”.
El fondo del asunto es una cosa de “derivadas matemáticas”. De velocidad de los cambios.
Al subir los tipos de interés, los bancos se encuentran con que sus inversiones (los créditos concedidos y bonos comprados) han bajado de valor ante la necesidad de venderlos. Y, con que su captación de dinero (las cuentas corrientes) le pide mayor rentabilidad.
Pero, recordemos que el banco capta fondos a corto plazo y los invierte a largo plazo. Y que su beneficio está en la diferencia de precio entre ambas operaciones.
Si ocurre que tiene que empezar a pagar más intereses a los dueños de cuentas corrientes para que no se vayan, eso significa que le suben sus costes. Y le suben de forma inmediata (o los cuentacorrientistas se van, lo que no le conviene nada).
Sin embargo, sus ingresos vienen de contratos firmados hace tiempo, y para largo plazo (créditos concedidos o bonos comprados). Y no puede cambiar rápidamente los intereses de esos contratos.
Por tanto, si le suben los costes, pero no puede subir los ingresos a la misma velocidad, se encuentra en riesgo de pérdidas.
Ese es el problema de hoy: la velocidad de los cambios. Y afecta a cualquier banco, aunque, por supuesto, unos están mejor preparados que otros.
La táctica general es la de intentar convencer a los depositantes de que no se vayan todavía, porque son un lugar seguro (el discurso de la confianza), y de prometerles que les subirán la remuneración, pero lo más tarde posible (noticia aquí). Así como la de hacer eso al mismo tiempo en que intentan vender sus inversiones antiguas (créditos y bonos), que eran a baja rentabilidad, para sustituirlas por inversiones nuevas (también créditos y bonos, pero a más altas rentabilidades).
Y esa táctica la tienen que hacer gestionando las velocidades (las derivadas) a las que cambian captación de fondos e inversiones.
En el momento actual, hagan las cosas a la velocidad que sea, el asunto les lleva a asumir pérdidas. Serán el resultado de vender a bajo precio las inversiones antiguas.
Eso sí, si consiguen hacerlo antes de que les suban los costes (remunerar las cuentas corrientes), y si lo hacen suficientemente despacio para que esas pérdidas no lleven al banco a situación de quiebra, pueden aguantar. Se pueden ver cifras de ese proceso en ésta noticia, donde también dicen que la deuda pública es de “nulo riesgo”, cosa que no comparto en absoluto; y en ésta otra noticia, donde queda claro el proceso de sustitución de inversiones de los bancos, minorando las destinadas al crédito, lo que ayuda a controlar un poco la M2.
Lo cierto es que, en algún momento del futuro, los tipos de interés bajaran. En ese momento se invertirá la tendencia. Los bancos no tendrán la presión de los depositantes para que les suban la remuneración, y sus inversiones estarán hechas a los tipos de interés altos (ahora bajando).
La gran duda es la de si pueden llegar “vivos” a ese momento.
Haciendo números muy gordos, si los bancos tienen unos fondos propios del orden de un 10 al 15 % de su balance (que ya son elevados respecto a lo habitual); y si tienen que asumir pérdidas en sus inversiones totales de un mínimo del 3 % anual; eso nos lleva a pensar que pueden aguantar tres o cuatro años, si gestionan bien las velocidades, antes de entrar en quiebra por consumir todos sus fondos propios. Necesitan que cambien los tipos de interés a la baja antes de que pase ese tiempo (cosas que es probable, pero no segura).
Si no gestionan bien esas velocidades, o si no cambian los tipos de interés en tres años, la otra alternativa que tienen es la de buscar una ampliación de capital muy significativa (casi la de doblar su capital actual). Pero poca gente va a querer comprar acciones de una empresa en esa situación, y pocos de los dueños actuales del banco van a aceptar perder su cuota de poder en el mismo. Es decir, no pinta bien esa ampliación de capital.
Todo este asunto de gestión de velocidades lo explica muy bien Ray Dalio aquí.
Es por todo lo anterior que los bancos están intentando presionar a los bancos centrales para que reduzcan las subidas de tipos, o que comiencen las bajadas. Los bancos centrales vienen a contestar que no pueden hacerlo porque la inflación no responde todavía. Y la banca comercial intenta decir que ya ayudan ellos a corregir la inflación restringiendo el crédito, y creando menos M2.
Lo esperable es que continúe la tensión por la estabilidad de los bancos hasta que comiencen las bajadas de tipos de interés. Tal vez caiga algún banco más, en cuyo caso, la solución será que sea absorbido por otro banco más estable con el apoyo del banco central, siempre y cuando le queden fuerzas a ese banco central. Si se le llegan a acabar esas fuerzas, estaremos en el problema del largo plazo, que desarrollo más abajo.
FGD – 100.000 €. No dá.
En cada país hay unas reglas diferentes para garantizar a los depositantes su dinero ante la quiebra de un banco.
En España, la institución se llama Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), y en teoría garantiza hasta 100.000 € a cada dueño de cuentas corrientes (en USA lo hace hasta 250.000 $). Por encima de esas cantidades, si el banco quiebra, el depositante pierde su dinero.
Pero una cosa son las teorías y los derechos escritos en una ley, y otra muy distinta es la capacidad real de poder pagar.
El caso es que ese FGD español tiene, a fecha de 2021, 4.421 MM € (dato aquí). Y, tan sólo el banco Santander tiene, según su balance de 2022 (se puede ver aquí) unos depósitos de clientes de 966.353 MM €. Eso significa que, si sólo el 1 % de las cuentas corrientes de los depositantes del Santander fueran de menos de 100.000 €, aún así, el FGD no tendría dinero suficiente para pagarles. Mucho menos si quiebran varios bancos a la vez.
Es decir, parece que esa garantía del FGD es muy bonita en la ley escrita, pero muy poco fiable para cobrar de verdad si llega el caso. El FGD puede funcionar bien ante una quiebra pequeña y puntual, pero no ante algo grande y generalizado.
El problema del largo plazo.
Ya lo he avanzado arriba, pero lo explico más desarrollado aquí. Aunque se resuelvan de una forma más o menos apropiada los importantes problemas de corto plazo de los bancos, persistirá el de largo plazo.
Ese problema consiste en que, tras la revolución tecnológica, los bancos actuales no están bien preparados para dar el servicio que la sociedad requiere.
La idea de fondo del sentido de ser de los bancos es que eran capaces de conseguir la confianza de quien tenía dinero (y no sabía qué hacer con él), al mismo tiempo que podían identificar a quien tenía buenas ideas y necesitaba dinero para ponerlas en práctica. Esto lo hacían, en los tiempos que se acaban, con el conocimiento de las personas que tenían los antiguos directores de sucursal.
Aquella capacidad estaba basada en tener un fuerte conocimiento del perfil de los clientes, y en la capacidad de fidelizarles y apoyarles.
A día de hoy, las redes de sucursales de los bancos están en desaparición. Y, el conocimiento de los clientes por parte de los directores está bajo mínimos (como la confianza de los clientes en ellos, cuando antiguamente un director de sucursal sabía más de sus clientes que su confesor).
En la central del banco, piensan que se han “digitalizado” y que conocen el perfil de los clientes por medio de sus herramientas digitales. Y que pueden tomar sus decisiones con esa información.
Sin embargo, los bancos no son conscientes de que su capacidad de conocer el perfil de los clientes por esos “análisis digitales” está muy por detrás de la capacidad que tienen hoy las empresas tecnológicas (esas que saben mandarnos el anuncio oportuno de lo que estamos diciendo justo ahora, que es un asunto del que se habla mucho por miedo a que nos “escuchen”, pero que tiene mucho más que ver con que nos “conocen”).
Lo cierto es que, hoy, las empresas tecnológicas pueden prestar, mucho mejor que los antiguos bancos, el servicio de cruzar las necesidades de quien tiene dinero y no sabe qué hacer con él, con las necesidades de quien no lo tiene y sí sabe qué hacer con él, además de ser una persona fiable.
Por eso, pienso que, a largo plazo, los bancos serán sustituidos por las tecnológicas. Lo que puede ser por vía de comprarles (antes o después de su quiebra), o por la más simple de sustituirles y quitarles el negocio (sin necesidad de asumir sus deudas y sus ineficaces estructuras).
Eso sí, habrá que ver a qué velocidad se hace esa sustitución de “operadores del servicio bancario”. En eso va a influir mucho la necesidad de los gobiernos de que no se hunda el sistema, así como el poder manejarse los asuntos de controlar la M2 (la creación de dinero bancario), y el de los fondos de maniobra negativos de la banca, así como el del control de la banca con muy poco dinero de sus accionistas principales.
Lo cierto, es que, respecto a las cuestiones de capacidad económica, resolver los problemas de capital de corto plazo de la banca (de los que he hablado arriba) es un juego de niños para las tecnológicas. Por ejemplo, podemos ver que los beneficios de Apple en 2022 fueron de 99.000 MM $ (que es un “dinero nuevo” para ellos), y los fondos propios del Banco Santander son de 124.000 MM €, que pueden parecer de magnitud similar, pero en el caso del banco se trata de la totalidad del dinero de los accionistas “a defender” (más bien a perder), y en el caso de Apple ya he dicho que era el “dinero nuevo de este año” a decidir qué hacer con él. Es decir, están en ligas distintas, sólo con los beneficios de un año, Apple se puede comprar casi todo el capital de uno de los bancos grandes.
Lecturas que me han interesado.
Para quien esté interesado en profundizar en el asunto de los bancos, hay un buen estudio del sistema financiero europeo (largo) realizado por pwc que se puede ver aquí.
En la siguiente nota trataré el asunto de la demografía, salvo que algo me haga cambiar de opinión, …
Como siempre, agradezco comentarios en mi email: pgonzalez@ie3.org