Pensando en la Guerra de Ucrania

Escrito por Pablo González y Pedro Nonay tratando de entender las consecuencias de la Guerra.

Nota 8 – Guerra

23 abril 2022

Las noticias que más me han llamado la atención desde que escribí la anterior nota son:

  • Parece que Mariupol ha caído. Aunque desde Ucrania lo niegan, porque queda algo de resistencia en unas instalaciones industriales, eso no deja de ser un ejercicio heroico, pero testimonial. Se deduce que la estrategia rusa en el Dombás les está funcionando.
  • Rusia ha hecho una demostración de fuerza enseñando su nuevo misil, al que llaman Satán II (nombre muy duro). La novedad no está en la carga atómica (dicen que lleva 40 megatones, lo que es inferior a los 100 megatones de la bomba Gran Zar de la que hablé en la nota anterior). La novedad está en la distancia a la que se puede desplazar (6.000 km), así como en la forma de hacerlo, que es más rápida, y más difícil de detectar.
  • El puerto de Shanghai está colapsado. En el gráfico de abajo se ven los barcos que está esperando para descargar. La línea roja es la de este año, las otras son de años anteriores, para comparar. Queda claro que en las últimas semanas se ha desbordado la situación.
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  • Esta situación se debe a las políticas Covid chinas. Los confinamientos llevan a que no haya capacidad para descargar y transportar todo lo que llega. Al menos ese es el argumento oficial. No es descartable que se aproveche la circunstancia real para hincharla a conveniencia por lo que digo a continuación.

    Contra lo que pueda pensar alguien, esto hace más daño a Occidente del que parece. Es porque esos barcos parados no pueden trabajar en siguientes transportes de Occidente. Por tanto, se estropea más la cadena de suministro, cosa que lleva a más inflación y a paradas de fábricas en Occidente.

  • Credit Suisse ha publicado un informe llamado Breton Woods III (se puede ver aquí, en inglés). Me parece muy bueno, aunque tal vez yo esté mediatizado en esa opinión al ver que un organismo tan importante casi me da la razón en todo lo que vengo diciendo en mis notas anteriores. Viene a confirmar que vamos a un mundo separado en dos grandes bloques, y que, tras la Guerra, el dólar será más débil y el yuan más fuerte.

    Basa la fortaleza futura del yuan en estar respaldado por una cesta de productos básicos. Eso coincide bastante con lo que he dicho en la nota 3 hablando de la inflación y la unidad de cuenta. Allí hablaba yo del ejemplo del kilo de patatas como unidad de cuenta. China respalda el yuan con una cesta de productos básicos (es la misma idea). Lo cierto es que el dólar no está respaldado por nada (salvo por la confianza en la fortaleza de USA, que es justo lo que está en entredicho).

    También dice que el Breton Woods actual ha perdido su confianza cuando se han embargado las reservas del banco central ruso. A partir de ese momento, ningún otro país puede estar cómodo ante el riesgo de que le hagan lo mismo. Las monedas fiat no tienen más base que la confianza, y la confianza es lo que se ha perdido.
  • Los objetivos de Putin con la Guerra, además de los mediáticos del tipo de “liberar la patria”, y esas cosas, tienen la causa profunda de tomar el control de las tierras de Ucrania en las que se encuentran los recursos energéticos y alimentarios. Eso se resume en controlar las tierras al este del río Dniepper, que parece que es lo que buscan. El otro objetivo, más ambicioso, sería el de cortar la capacidad de transporte de la parte no ganada de Ucrania, es decir: conquistar Odessa. Eso les haría mucha ilusión a los rusos, pero saben que es difícil.
  • Se debate sobre lo que va a pasar ante el probable impago del Banco Central ruso de sus bonos. Rusia dirá que no puede pagarlos en USD porque los tiene embargados por las sanciones, que los pagará en rublos. Occidente dirá que eso es incumplimiento de contrato. Tal vez haya juicios. Si los hay, ¿existe un tribunal, fiable para Occidente, que tenga capacidad de llevar a la práctica sus sentencias ante Rusia? Creo que la respuesta es que no. Es decir, puede que pierdan el juicio, pero nadie podrá obligarles a cumplir la sentencia. Es el problema del orden jurídico internacional cambiante, del que hablaré más adelante.
  • He visto una viñeta gráfica tristísima, pero muy descriptiva de la situación. Lo dice en inglés, pero se puede traducir como: “Occidente ha decidido luchar contra Rusia hasta el último ucraniano”. Es decir, les ayudamos, no por caridad o humanidad, sino para que defiendan nuestro mundo, … pero que se mueran ellos. Da asco, pero resulta que es bastante cierto que estamos actuando así.

Antes de continuar, digo que, en esta nota, he decidido no hacer apartado específico para exponer lo que me cuentan los amigos lectores. Iré incorporando esos comentarios en el propio desarrollo de la nota. Lo hago así porque he pensado que me saldrían argumentos redundantes de la otra forma. Perdonadme los amigos por no resaltar expresamente vuestras ideas. No lo hago por apropiarme de ellas. Es para comodidad del lector. 

Como avancé en la nota anterior, ahora empiezo a escribir sobre lo que puede pasar en el mundo tras la Guerra, aunque haré algún comentario nuevo sobre la Guerra si hay acontecimientos que cambien el rumbo.

Vasos comunicantes y ósmosis.

Puede sonar muy raro hablar de estos conceptos cuando estamos tratando sobre la Guerra, la postguerra, y sus consecuencias sociales y económicas. Pero intentaré explicarme. 

Como le pasa a todo el mundo, mi cabeza está condicionada por mi formación, que es ingenieril.

Creo que todos están familiarizados con el concepto de los vasos comunicantes: si conectamos dos vasos llenos de agua a distinto nivel, y lo hacemos por un tubo entre los bordes inferiores de los vasos, el resultado es que el agua se va a poner al mismo nivel en los dos vasos.

Tal vez haya menos gente familiarizada con el concepto de la ósmosis. Es lo mismo que en los vasos comunicantes, pero poniendo una membrana semipermeable en el tubo que conecta los dos vasos. Simplificando mucho (pido perdón a los puristas), lo que acaba ocurriendo es que los dos vasos acaban igualando sus niveles, así como alguna de las características del agua (salinidad, por ejemplo), pero lo hacen más lentamente, y cada característica a igualar dependerá mucho de lo que deje pasar la membrana.

Digo esto porque me parece una analogía bastante descriptiva de lo que va a pasar en el mundo.

Varias veces he dicho, en notas anteriores, que creo que vamos a un mundo de dos bloques (el chino y el USA), y que eso va a cambiar la globalización.

También he dicho que el bloque chino se puede resumir en población más pobre, pero subiendo de calidad de vida, y el bloque USA es justo lo contrario (más ricos, pero bajando de calidad de vida).

Lo cierto es que, a largo plazo el mundo acabará estando bastante igualado en características. Esto es así porque el comercio, la capacidad de comunicación (internet), la de transporte, etc … permitirán hacer casi todo de la misma forma en todos los lugares.

Eso sería lo de los vasos comunicantes: dos mundos conectados acaban igualándose.

Pero también es cierto que la desigualdad de las condiciones de partida genera muchas tensiones. Como guerras por abuso de posición dominante, envidias, …

También he hablado de que es casi seguro que acabemos teniendo algo parecido al antiguo “telón de acero” entre los dos bloques.

Eso sería lo de la ósmosis: el telón de acero representaría a la membrana que modula la velocidad de igualación de los dos mundos evitando excesivos conflictos entre ellos.

El gran reto es diseñar la membrana adecuada para la buena gestión del cambio mundial. Tendría que ser una membrana que no impida totalmente la comunicación entre los mundos, pero que evite que sean demasiado rápidos los efectos de transferir entre ellos inflación, inmigración, fuga de cerebros, capacidad de producción, rotura de cadenas de suministros, estabilidad energética y alimentaria, etc … En resumen, evitar los riesgos de guerra entre los dos bloques mientras se da el proceso de “igualación”.

Esa membrana, o nuevo telón de acero, tendría que hacerse con grandes acuerdos mundiales. Algo parecido a lo que se hizo tras la Segunda Guerra Mundial con Bretoon Woods, la conferencia de Yalta, la creación del Banco Mundial, …

Si dejamos de enfrentarnos como enemigos irreconciliables, que es algo que sólo nos puede llevar a la destrucción total, y somos capaces de crear esos nuevos acuerdos (esa membrana entre los dos bloques), tal vez encontremos estabilidad para el futuro.

Habría que pensar en algo parecido a casi autarquía entre los dos bloques (con algunas excepciones) para comercio, producción, y financiación, pero con libre flujo de conocimiento. O eso creo, pero estoy muy abierto a matizarlo con el mejor criterio de todos los que participen en la propuesta.

Se me ocurre un comentario relevante aquí. El antiguo telón de acero estaba pensado para minorar conflictos entre dos mundos con dos sistemas políticos muy distintos. En el nuevo, creo que el objetivo no es tanto político, sino el de evitar conflictos entre dos mundos que están convergiendo en calidad de vida, pero que parten de situaciones muy diferentes. Se trataría de facilitar y modular esa convergencia. Pienso que es en eso en lo que se tienen que centrar quienes diseñen ese nuevo telón de acero (la membrana). 

Orden jurídico internacional.

Dentro de cada país, con mayor o menor acierto, hay una Constitución, unas leyes, unos jueces, una policía, … Eso permite que, si alguien ha hecho algo mal (conforme a esas leyes, y bajo la opinión de esos jueces) acabe siendo posible que el culpable pague por sus delitos, bien con cárcel, o con multas. Ello independientemente de si la ley es justa o no, o de si hay corrupción o intereses que la manipulan. Son las reglas del juego, … ¡y se cumplen!.

A nivel internacional, la cosa es más difícil. Tras la Segunda Guerra Mundial tenemos las reglas derivadas de Bretton Woods, la conferencia de Yalta, el Banco Mundial, la ONU, … Con eso se tratan de resolver las disputas internacionales. Desde una invasión, como la de Ucrania, hasta un incumplimiento de contratos internacionales.

Pero el sistema que tenemos a nivel internacional está fallando. Ejemplo claro es que no se ha podido parar la invasión de Ucrania. También es ejemplo la “confiscación” de los activos del Banco Central Ruso (puede tener justificación moral, pero hay muy poca base legal para que un país se quede la propiedad de otro sin juicio ni nada). Otro ejemplo es la exclusión de Rusia del sistema SWIFT (es lo mismo, una cosa es la justificación moral y otra la legal).

Hasta ahora, USA venía actuando como si fuera, tanto la “policía mundial”, como el “suministrador de orden jurídico internacional”. Pero, ahora, el mismo USA ha incumplido sus propias reglas. Tras sus actuaciones con Rusia, ni China, ni India, ni ningún otro país que se pueda considerar como “dudoso en su amistad con USA”, estará tranquilo con sus dineros en bancos americanos, sus contratos en dólares, …

El mundo ha cambiado, y las herramientas de gestión de conflictos internacionales se han quedado obsoletas. Es como si estuviésemos intentando apretar un tornillo con una llave inglesa. Sería mejor hacerlo con un destornillador.

Por esos mismos motivos, aunque la prensa occidental fantasea con “llevar a Putin a un tribunal penal internacional”, eso no va a ocurrir, salvo que haya una invasión de USA en Rusia y se capture a Putin (cosa muy improbable). Y, aunque se le capturara, ¿qué países apoyarían su condena? Hemos visto lo que ha pasado en la votación de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU para expulsar a Rusia. No se puede decir que el apoyo haya sido masivo. O, ¿bastaría con que le condenen tan solo USA y sus amigos? Es un asunto mucho más difícil de lo que pueda decir un artículo periodístico bienintencionado.

En estas circunstancias, si tenemos un orden jurídico internacional que no funciona, nos encontramos ante dos opciones. La primera es que podemos negociar y pactar unas nuevas reglas, tribunales, y sanciones que todos los países se comprometan a cumplir. La otra opción es la ley de la selva: no hay reglas, el que se considere con fuerzas suficientes hace lo que le parezca, y a quien no le guste, que se aguante, o que se defienda con la fuerza.

Puede haber alguien que piense que eso son disquisiciones de los políticos o de las multinacionales. Que a él no le importa lo que ocurra entre países. A esa persona hay que recordarle que el que tenga comida en el supermercado depende de que los países productores confíen en los contratos de los países consumidores (y en la moneda, y en el transporte por aguas internacionales, …). Lo mismo ocurre con la energía, y con casi todo.

Todo esto, mezclado con lo dicho en el capítulo anterior (el de la ósmosis), nos lleva a que deberíamos pactar unas nuevas reglas para ese orden jurídico internacional. Serían dos tipos de reglas. Unas para las relaciones entre países del mismo bloque, y otras para las relaciones entre los dos bloques.

Cuanto más tiempo tardemos en establecer esas reglas, más conflictos habrá, y más difíciles de resolver serán.

Hacerlo no es nada fácil, pero es muy importante. Hay que empezar por reconocer que el mundo ha cambiado, y que no tenemos fuerza para imponer lo que nos apetecería. Hay que reconocer la fuerza del contrario, y la necesidad de pactar con él, aunque no nos guste nada su punto de vista.

Rebus sic stantibus

Ya traté este tema en mi anterior libro sobre la pandemia.

El caso es que me insiste mi gran amigo Pedro en la importancia de repetirlo aquí. Lo hago adaptando a la situación de la Guerra lo que dije en el momento de la pandemia.

Si se mantiene, aunque sea formalmente, el estado de derecho y la libertad, que creo que ocurrirá, hay un hueco importantísimo para abogados arriesgados. 

Rebus sic stantibus literalmente significa «mientras continúen así las cosas». Está en latín, porque su origen es el derecho romano, que es la base de casi todos los derechos actuales (los de Occidente, que los de Asia tienen otros orígenes, pero la idea funciona igual)..

Lo que es evidente, es que, tras la Guerra, “las cosas ya no continúan así”.

Lo cierto es que no hay mayor cambio de circunstancias que el hecho de que un país tome decisiones que modifiquen toda la ley en que se basan los contratos internacionales, como ha sido el caso de expulsar a Rusia del sistema SWIFT, de confiscar las reservas de su banco central, o de prohibir las relaciones comerciales internacionales con sanciones.

Me gusta mucho cómo explica el concepto de rebus sic stantibus el abogado Jose Antonio Ferrer, por lo que le cito y le copio:

“Con esta cláusula, se pretende que las dos partes se vean en igualdad de condiciones, mediante la modificación del contrato para que la parte que estaba aventajada iguale posiciones con la perjudicada, a fin de evitar lo que técnicamente se conoce como una excesiva onerosidad y que en lenguaje más coloquial evitar que una parte se beneficie respecto de la otra de las circunstancias imprevistas.

Suele utilizarse como complemento de la expresión pacta sunt servanda (que significa que «los contratos están para cumplirse»).

De este modo, pacta sunt servanda rebus sic stantibus expresado todo junto, significa que será obligatorio cumplir los pactos mientras que no cambien las circunstancias existentes al momento de la celebración del contrato”.

Todos las personas y empresas habían tomado sus decisiones previas (las de vida, las de inversión, las de contratación, …) en base a un marco que ha cambiado completamente por decisión unilateral de los países de Occidente. Por muy justificada que esté esa decisión, es claro que se puede invocar la cláusula rebus sic stantibus para anular contratos. Y es claro que se puede identificar un culpable al que pedir indemnizaciones: el estado que ha cambiado las reglas.

Esto se puede defender, por ejemplo, para los contratos de la deuda pública de Rusia (no pago porque las circunstancias han cambiado por culpa de las sanciones); o para los contratos de compra de cereal de Ucrania (no entrego el cereal, porque no puedo por los cambios de las circunstancias); o para cualquier contrato afectado por la inflación generada por la Guerra (no lo cumplo, porque lo que ha pasado no estaba previsto, ni era posible preverlo, y la inflación ha sido generada por la decisión de los gobiernos de aplicar sanciones); o para infinidad de asuntos.

Si se acaba aplicando esta cláusula, me parece que los gobiernos de Occidente van a tener serios problemas económicos.

Continuaré en siguientes notas. O eso espero.

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