Protección ante la tormenta
Escrito por Pablo González y Pedro Nonay, tratando de encontrar las actuaciones que podemos tomar para adaptarnos a los cambios del orden mundial.
Nota 12
Bitcoin (y criptos).
16 julio 2025
En mi nota anterior hablaba de las monedas fiat, y de los muchos problemas que atraviesan. Buscaba pistas sobre lo que debíamos hacer con las monedas en estos tiempos de cambio de orden mundial y de tormenta.
Allí mencioné de pasada el bitcoin y las criptos. Ahora voy a profundizar sobre eso, dado que lo considero un activo a tener en cuenta como una de las herramientas que van a definir el nuevo orden mundial que se está gestando, así como un refugio ante la tormenta.
Es importante decir que esto no es ningún consejo de inversión financiera. Lo que intento es exponer los fundamentos de Bitcoin. La forma en que lo use cada uno debe ser consecuencia de sus análisis personales.
Además, creo que es un buen momento para hablar de bitcoin, ya que está de moda estos días por encontrarse en máximos históricos de valoración.
Bases del Bitcoin.
Voy a intentar explicar el concepto de Bitcoin de una forma coloquial y fácil de entender. Por ese motivo, no entraré en tecnicismos, que dan mucha más precisión a las explicaciones, pero que son más difíciles de asimilar por los no expertos.
A quien quiera profundizar, le recomiendo el libro Bitcoinismo de mi amigo y gran experto Adrián Bernabéu, al que también he pedido que me revise esta nota.
Casi todo el mundo sabe ya que Bitcoin es una criptomoneda, o una moneda digital. Aunque no sepan muy bien qué significa eso. De hecho, ya aparece un primer error ahí, que es el de pensar que todas las criptos son similares. Y el de comparar a Bitcoin con el resto de criptos. Más abajo intentaré explicar las diferencias.
Hablaré primero de Bitcoin, porque fue la primera que se desarrolló. Luego hablaré de las otras.
Lo primero que hay que tener claro es que Bitcoin es una propiedad digital. Quiero decir con eso que todo el sistema de soporte de Bitcoin (su protocolo, y las matemáticas que usa) está diseñado para que sea muy claro e indiscutible quién es el propietario en cada momento de cada uno de esos bitcoins (o de cada una de sus partes, que pueden tener hasta 8 decimales).
Luego veremos cómo se consigue garantizar esa propiedad. Pero, si aceptamos que eso es cierto (y lo es), tenemos un sistema que dice que hay una parte de los bitcoins que es mía. Y puedo hacer con ella lo que quiera.
Si, además, el sistema está desarrollado de forma que se garantice que la cantidad total de bitcoins existentes sea finita (y lo está), llegamos a la conclusión de que es una propiedad escasa. En concreto, Bitcoin está diseñado para que nunca haya más de 21 millones de unidades.
Eso de ser una propiedad escasa ya tiene algún interés. Faltaría encontrar utilidad a esa propiedad. Porque, si no tiene ninguna utilidad, no me vale para nada que sea mía, ni que sea escasa.
En este punto aparece otra cuestión de su diseño. La de que es fácilmente intercambiable. Sin problemas de necesitar autorizaciones, y sin dificultad de pasar fronteras. Todo ello hecho de forma digital, sin tener que viajar a ningún lado ni transportar nada, ni necesitar participación de terceros.
Entonces, si hay alguien que dé valor a esas cualidades, puede estar dispuesto a intercambiar conmigo algún bien suyo (su coche, su casa, sus euros, …) por esa propiedad mía, escasa y fácilmente intercambiable, que son esos bitcoins.
A partir de ese momento, bitcoin ya es casi una “moneda”. Lo será del todo cuando sean muchas las personas que lo acepten como bien de intercambio, y cuando esas personas acepten un mercado que fije en cada momento el valor de ese bitcoin. Eso es cuestión de costumbre, adaptación, y sociología, no de matemáticas ni de informática. Y, … está ocurriendo.
Eso sí, hay que decir que, por ahora, la mayoría de la gente que compra bitcoins no lo hace para usarlo como bien de intercambio inmediato. Más bien lo hacen para atesorarlo, confiando en su futura subida de valor. Es decir, piensan en retrasar el momento de intercambiarlo por algo. Es por eso que le llaman el “oro digital”. El caso es que los compradores están entregando sus euros para recibir bitcoins, lo que significa que confían más en bitcoin para tener su patrimonio, que en el euro, lo cual ya dice mucho.
Comparación con el euro, dólar, u otras fiat.
Todos los billetes de cualquier moneda tienen impreso un número que es como su carnet de identidad. Es decir, aunque todos los euros valgan lo mismo, cada euro se diferencia de los otros por ese número.
A los bitcoins les ocurre lo mismo. Cada uno es distinto de los otros. Por eso, el sistema puede diferenciar cual es mío y cual tiene otro dueño en cada momento.
Nosotros, a veces, tenemos algunos euros en el bolsillo. Esos son claramente nuestros. Sin embargo, la mayoría de los euros los tenemos en los bancos. Y todos sabemos que el banco no guarda esos euros en un sobre que diga que son míos hasta que yo los reclame. Lo que hace el banco es disponer de ellos a su antojo (dentro de lo que la ley le permite, … o no siempre). Y cuando yo reclamo los míos, me da otros que encuentra disponibles en ese momento (si puede).
Mientras tanto, esos euros que tengo en el banco, en realidad son propiedad del banco. Es el banco quien tiene una deuda conmigo, y habrá que fiarse de que cumpla.
Sin embargo, los bitcoins que yo tenga son directamente míos. Lo son siempre que los guarde yo y no los tenga depositados en otro lugar (luego profundizo sobre esto).
Por eso, desde el punto de vista de la propiedad, mis bitcoins son más míos que mis euros. También puedo disponer de ellos más libremente. Por ejemplo, podéis probar a hacer una transferencia de vuestros euros a Rusia tras las sanciones. Va a haber más de un problema. Y no hay ninguno si la hacéis con bitcoin.
Por otra parte, a alguien le puede dar miedo la idea de que Bitcoin es digital. Ante eso, hay que decir que los saldos que aparecen en la cuenta corriente del banco también son digitales. No hay una caja fuerte física donde estén todos esos euros. Todo es causa de los sistemas informáticos del banco. Y nos tenemos que fiar del banco, porque no tenemos posibilidad de acceder al software del banco para ver si es bueno.
Sin embargo, el software de Bitcoin es abierto. Todo el mundo puede leerlo. Hace falta conocimiento para ello, pero hay mucha gente con ese conocimiento, … y no le han encontrado problemas.
Es decir, Bitcoin es más transparente que los euros en el banco.
Blockchain: el Registro de la Propiedad.
Blockchain, o cadena de bloques, es una de las herramientas que usa Bitcoin. Aunque es un poco más complejo, nos lo podemos imaginar como una hoja de cálculo donde están en las filas todos los bitcoins, y en las columnas los propietarios de cada momento. Se crea una nueva columna cada vez que hay un nuevo propietario.
Está diseñada para que todo el mundo pueda consultarla y ver la cadena de propietarios históricos de cada bitcoin. Eso sí, los propietarios no aparecen con nombre y apellidos, sino con “pseudónimo”.
Por eso, el discurso de que Bitcoin es anónimo y secreto es falso. Con Bitcoin hay una trazabilidad total. Podemos saber por cuántas manos ha pasado en las anteriores 10 transacciones. Eso es imposible con los billetes de euro.
Lo que es verdad es que no es tan fácil el trabajo de convertir esos pseudónimos en nombre y apellidos. Eso es tarea para detectives, y cada vez habrá más expertos en ello.
También está diseñada la blockchain para que nadie pueda borrar o cambiar datos antiguos. Y para que los datos de nuevas transacciones sólo se incorporen a la red tras ser aprobadas por los nodos como transacciones ciertas.
Para entenderlo mejor, es una buena comparación la del Registro de la Propiedad inmobiliario. Allí está el histórico de las transacciones para cada propiedad. Nadie puede borrar o cambiar el pasado. Y lo nuevo sólo lo pueden incorporar los registradores autorizados. En realidad, el Registro de la Propiedad inmobiliario es una blockchain hecha a mano.
La blockchain de Bitcoin tiene la diferencia, en comparación con la del Registro inmobiliario, de que los que hacen la función de registradores no son siempre los mismos. Y no tenemos que ir a un lugar concreto (el Registro), ni llevar escrituras, ni ir previamente al notario. Todo es digital. Pero sí hay un proceso muy fiable de vigilancia de que la transacción era cierta, de evitar dobles transacciones del mismo bitcoin, y de garantizar que la transacción se incorporará al histórico de la blockchain.
Las claves públicas y privadas.
Otro importante sistema que utiliza Bitcoin es el de las claves. Las hay de dos tipos, que son las públicas y las privadas.
Para entenderlo, lo mejor es la comparación con el pin de nuestras tarjetas de crédito. Ese pin es el que le dice al banco que es verdad que somos nosotros los que estamos autorizando la operación.
Las claves de Bitcoin se usan para lo mismo. Es decir, para garantizar que somos nosotros. Eso sí, con algunos aspectos que mejoran su funcionamiento respecto al pin de las tarjetas.
El primer aspecto es que las claves de Bitcoin son mucho más largas que los cuatro dígitos del pin de la tarjeta. Eso las hace mucho más difícil de hackear a los “malos”. En esto hay que recordar que se escribe mucho sobre el riesgo de Bitcoin ante un posible futuro desarrollo de los ordenadores cuánticos, de la posibilidad de que eso ponga en riesgo las claves. El caso es que, si eso llega a ocurrir, están en mucho más riesgo las claves de acceso a nuestros bancos que las de Bitcoin. Además, ya se está trabajando en utilizar, en el futuro, criptografías que sean sólidas defensas ante la computación cuántica.
El otro aspecto relevante de las claves es lo de que existan las dos claves (la pública y la privada). Como su nombre indica, la clave pública la puede ver cualquiera, y la privada no. El sistema está diseñado, en base a matemática sofisticada (la curva elíptica, de la que se puede ver información de detalle aquí). Así, cuando ordeno una transferencia, los que tienen que aprobarla (los mineros) pueden deducir: a) que yo soy yo; b) que en mi cuenta hay fondos suficientes para atender la transferencia; y c) que es cierto que doy la orden. Y, es importante saber que todo eso se hace sin que exista un archivo central de esas claves, al contrario que en los bancos, donde el banco sí conoce mi pin (por eso puede aprobar la operación). En el caso de los bancos, si sufren un hackeo, el “malo” conoce mis claves y mis pins. Eso no es posible en el caso de Bitcoin, tan sólo podrían conocer mi clave privada si yo la he guardado mal, o si se la doy al “malo”.
Custodia de bitcoin.
Hay distintas formas de tener “guardados” los bitcoins. Las más habituales son las que llaman exchanges y wallets.
Exchanges.
Un exchange es el equivalente a un banco. Es un lugar (página web de la empresa que lo maneja) donde yo puedo tener cuentas a mi nombre de euros, de bitcoins, o de las monedas que quiera. Lo suyo es utilizarlo para comprar o vender bitcoins (de ahí su nombre de exchange), pero hay mucha gente que, por comodidad, deja sus bitcoins ahí por largo plazo.
Hay que saber que, si tengo los bitcoins en el exchange, en realidad, para la blockchain central, esos bitcoins son del exchange, no míos. Es el software interno del exchange el que los reconoce como míos (y me los debe). Esto es igual que con los euros en el banco. Por eso, en tal caso, yo no tengo las claves privadas y públicas de mis bitcoins. Las tiene el exchange, y yo tengo mi clave de acceso al exchange.
En tiempos recientes, cada vez hay más bancos a los que la ley les permite actuar como exchanges, vendiendo y custodiando bitcoins. Eso permite que desaparezca el miedo a “mercados oscuros y marginales”.
Es importante tener claro que, si el exchange quiebra, o es hackeado, o hace una estafa, o incluso si es bloqueado por el gobierno, yo pierdo mis bitcoins (de nuevo como con los bancos). Y esas cosas han pasado varias veces, como es el caso del famoso FTX (noticia aquí). Por eso, no es recomendable dejar los bitcoins ahí después de comprarlos.
Wallets.
El otro sistema de custodia se llama wallet. Para entenderlo, sería el equivalente a tener mis euros “debajo del colchón”. Hay muchos tipos de wallets, pero la idea común a todos es que: a) el wallet lo tengo sólo yo; y b) yo soy el que tiene las claves públicas y privadas de los bitcoins asociadas a ese wallet.
Existen wallets que son sólo digitales. Eso significa que el wallet es una aplicación que tengo en mi ordenador o mi teléfono. Es cómodo, pero no recomendable para cantidades significativas, dado que mis dispositivos pueden ser hackeados.
Hay otros wallets que son dispositivos físicos, muy parecidos a un pincho USB. En ese caso, la información está en el pincho, no en mi ordenador, y es más difícil de hackear. Como con todas las cosas, los hay con mejores y peores prestaciones, así como con distintos precios. Para quien esté interesado, el experto Lunaticoin tiene un video (largo) en el que explica toda la variedad disponible (se puede ver aquí).
Hago una aclaración necesaria sobre los wallets. Muchos preguntan ¿y si me roban el pincho? La respuesta es que no debería pasar nada. Eso es porque los bitcoins, en la blockchain, no están directamente asociados al pincho, sino a las claves. Y el ladrón no puede conocer las claves conectando el pincho robado a su ordenador (siempre que no las tengamos escritas a mano en el pincho, o guardado el papel en la misma caja que nos han robado, que sería el equivalente a la torpeza de tener escrito el pin de la tarjeta en la propia tarjeta).
Por eso, lo que hay que guardar muy bien son las claves. Preferiblemente escritas en un papel, y nunca en un elemento hackeable. Y tenerlas en varios lugares, para evitar pérdidas por incendio, inundación, o similar. De hecho, incluso existen sistemas para tenerlas en una placa metálica.
Es por eso que hay una frase típica en la comunidad de bitcoiners que dice: “not your keys, not your coins” (o, traducido, si no tienes las claves, no tienes las monedas).
Lo cierto es que si pierdes las claves has perdido tus bitcoins. Y hay muchos casos de gente que compró los bitcoins cuando eran muy baratos y se olvidó de dónde tenía las claves. Se están dando cabezazos en la pared desde que se dieron cuenta.
La ventaja de este sistema, además de que es claro que los bitcoins los tienes tu, es que puedes pasar fronteras llevando tan sólo el papel (o memorizando las claves). También puedes dejar la herencia y propiedad tan sólo entregando las claves (eso sí, cuidado en entregarlas antes de tiempo, que no todos actuarán educadamente). La desventaja es que la responsabilidad de cuidar de tu patrimonio es sólo tuya.
Hay otras formas de tenencia de los bitcoins un poco más sofisticadas. Existe la posibilidad de usar wallets con sistema que llaman multifirma. Eso significa que, para que se autorice la transacción, hace falta que firmen varias personas (o la misma persona, pero con varias claves distintas) de entre las que tienen la firma reconocida. Por ejemplo, es habitual que se necesite la firma de dos de las tres personas autorizadas, pero se puede hacer con los números que se quiera. Eso aporta más seguridad, así como garantías ante la muerte de uno sin haber dejado las claves. También implica menos agilidad en los movimientos. Puede ser útil para guardar las grandes cifras (como si estuvieran en una importante caja fuerte), y tener las cifras del movimiento habitual en wallets más simples.
Otra forma es la de tener los bitcoins “pignorados”. Es un sistema por el que los bitcoins son míos, pero los está guardando un tercero, que es quien tiene las claves. Eso ocurre, por ejemplo, si pido un préstamo de euros avalado con mis bitcoins (existen sistemas para hacerlo).
No existe la empresa Bitcoin.
Esto es más importante de lo que parece. Shatoshi Nakamoto, que es como se conoce al creador de Bitcoin, aunque nadie sabe quién es, decidió poner el software de apoyo en código libre, y no entregar su control a ninguna empresa. Por la misma razón, tampoco hay un CEO de esa empresa que pueda tomar las decisiones.
Por eso, ningún gobierno o autoridad puede demandar, encarcelar, embargar, ni hacer nada a la inexistente organización, o directivos, si no le gusta lo que ocurre en Bitcoin. Eso sí, claro que pueden hacer algo a las personas individuales que manejan sus bitcoins de forma ilegal (siempre que sepan identificarles).
En esto hay que recordar que los exchanges sí son empresas. Y los gobiernos pueden pedirles información de sus clientes.
Hablando de Shatoshi, no se sabe quién es, pero sí se sabe que puede ser una de las personas más ricas del mundo. El hecho es que él estuvo minando muchos de los primeros bitcoins. Como ya he dicho que la blockchain guarda la trazabilidad de todos los movimientos, se sabe que las wallets de Shatoshi no se han movido nunca. Puede que Shatoshi se haya muerto sin entregar las claves. Es menos probable que las haya perdido (él es el diseñador y sabe la importancia de la custodia). O puede que esté esperando el momento para “aflorar” su fortuna.
Para los curiosos, aquí se pueden ver los fondos de los que los investigadores dan como propietario a Shatoshi.
Los Halvings.
El diseño matemático de Bitcoin está organizado para que cada cuatro años ocurra un hito que llaman halving. El más reciente ocurrió en abril de 2024.
Lo que cambia con el halving es la recompensa que se les da a los mineros, que se reduce a la mitad. Como los mineros reciben recompensas por los bloques que validan, y como el diseño matemático obliga a que se valide un bloque cada 10 minutos, la consecuencia es que, tras el halving, y durante los siguientes cuatro años, la cantidad de bitcoins nuevos va a ser la mitad que en los anteriores.
Por tanto, al principio se creaban muchos bitcoins cada vez, y al final serán muy poquitos. Eso sí, cada vez con mayor valor. Está previsto que el último bitcoin se mine en 2140.
No es necesario entender este asunto en su detalle para ser usuario de Bitcoin, pero si hay que conocer una consecuencia importante: los halvings afectan al valor del bitcoin. No es una afección obligada, pero la experiencia hasta ahora dice que los bitcoins suben mucho de valor tras el halving, más o menos en el año y medio posterior, y bajan bastante luego hasta el siguiente. Por ello, si se mantiene ese ritmo, no estamos muy lejos de alcanzar el máximo de valor de este ciclo.
Fuente Crypto Miner Bros.
Es decir, se trata de algo a tener muy en cuenta para elegir el momento de invertir.
Otras criptomonedas.
Se han creado miles de criptomonedas tras el éxito de Bitcoin. Intentan imitar el sistema, pero con distintos objetivos. De esas miles, la mayoría son basura, o directamente estafas. Hay otras pocas que tienen algún posible interés.
Respecto a esto, Adrián lo resume muy bien en el siguiente gráfico que usa en sus conferencias.
Las criptos se pueden clasificar en grupos, de los que digo algo a continuación.
Las criptos “con dueño”.
Son muchas de las imitaciones de Bitcoin las que sí que tienen una empresa propietaria del software, o un creador conocido. Por eso son más vulnerables.
Eso sí, hay alguna muy respetable. Las buenas suelen estar diseñadas ofreciendo un servicio que piensan que Bitcoin no cubre bien (en la opinión del creador).
El caso más conocido es el de Ethereum. Su idea inicial era la de ser soporte para contratos inteligentes. Es decir, se crea un contrato digital que dice que si se cumplen determinadas condiciones (bien definidas y con huella digital contrastable), el contrato se activa sin necesidad de abogados y jueces, y la transferencia se hace automáticamente.
También es un caso especial el de Ripple (XRP). Se trata de una moneda “emitida y supervisada” por un grupo de bancos de los tradicionales. Su objetivo es facilitar las transacciones internacionales entre esos bancos, aunque también la pueden usar los particulares. El caso es que nunca se sabe si los bancos van a querer emitir muchas monedas de repente, lo que generaría depreciación, como ocurre cuando imprimen muchos dólares.
El caso es que es un hecho que su uso se está incrementando.
Coin Bureau ES@CoinBureauES El volumen de transacciones de SWIFT ha bajado un 15%, mientras que la actividad de #XRPLedger está aumentando. Más rápido, más barato y en la cadena, $XRP se está convirtiendo silenciosamente en la nueva columna pic.x.com/aOgUdYvKZ0 12/7/25, 22:20 | ||
Hay otras muchas entre las “serias”. Se puede citar a Cardano, o a Solana. En este asunto hay que decir que la frontera entre las “serias” y las que no lo son no es nada clara. Más bien es un conjunto de grises más o menos oscuros.
Las stablecoins.
Este es un grupo de monedas que está teniendo mucho éxito de uso (a mi entender, por ahora, ya que dudo de su futuro).
Lo que hacen es que hay una empresa que es el emisor de la moneda. La empresa dice que garantiza que sólo emite monedas si tiene guardado en su patrimonio algo que respalde a la moneda. El caso más importante es el de Tether (USDT). En este caso, dicen que cada USDT significa que la empresa tiene un dólar que respalda a la moneda. Es decir, tratan de imitar el antiguo “patrón oro”. Por eso se llaman stablecoins. Defienden que un USDT siempre valdrá un dólar, y no habrá fluctuaciones de precios. Eso le gusta mucho a quienes tienen que cumplir contratos internacionales. Sobre todo, a los que tienen que hacerlo entre países sujetos a alguna sanción o bloqueo. Por ejemplo, si una empresa americana tiene que pagar a una rusa, con los embargos actuales tiene difícil enviarle dólares a través de un banco, pero tiene muy fácil enviarle USDT.
Hay otras muchas stablecoins, que se diferencian en el activo contra el que dicen que son estables.
El problema que tienen todas es que no hay tantas garantías de que sea cierto que la empresa tiene lo que dice tener. Puede invertirlo mal y perderlo, pero no reconocer que su respaldo ha mermado.
El otro problema, más importante a mi parecer, es que no las considero un buen lugar para tener “guardado el patrimonio”. Si pensamos que el dólar va a perder valor por la inflación (es un hecho), también lo perderá el USDT. Es decir, no es una forma de independizarse del riesgo del dólar.
Lo que sí que es un hecho, es que el uso de USDT es muy grande. Hoy tiene más movimiento de transacciones que Bitcoin.
Las CBDC.
En este caso, se trata de criptomonedas emitidas por los gobiernos. La idea es acabar suplantando a las monedas fiat normales.
Para el gobierno tienen una clara ventaja. Como tienen la trazabilidad absoluta que ofrece la blockchain, y como tienen la propiedad y el control del protocolo, pueden saber absolutamente todo lo que hacen los ciudadanos con ellas (en este caso, al contrario que en Bitcoin, el gobierno sí sabe nuestro DNI). Y pueden prohibir una transacción, o bloquear a un usuario por las razones que se les ocurran.
Esa misma ventaja para los gobiernos, es una gran desventaja para los usuarios.
Hoy son muchos los gobiernos que las están estudiando, y algunos los que están ya en fase implementación, como es el caso de China.
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Comentarios finales.
No me resisto a citar que ya dije, en ésta nota mía de mayo de 2020, que veía a bitcoin con posibilidad de alcanzar un valor de 500.000 USD. Y en aquellas fechas el valor era de unos 9. 000 USD. No hemos llegado a esas cifras, pero ya estamos en 120.000 USD, y ya son muchos los analistas que hablan de subidas muy fuertes en el futuro (con volatilidad en el camino). Es decir, puede que mi análisis de los datos para imaginar el futuro no estuviese muy desencaminado. Aunque también tengo que decir que yo creía que iba ser todo más rápido de lo que ha sido.
Por otra parte, respecto a todas las criptos, Michael Saylor hace una muy buena descripción en éste video (en inglés).
Es evidente que se pueden decir muchas cosas más sobre Bitcoin. También lo es que aquí no hay espacio para ello. Me conformo si a alguien le es útil lo descrito sobre sus aspectos básicos.
Lo que está claro es que se trata de una auténtica revolución en el mundo de las monedas. Y que coincide en el tiempo con estos momentos de cambio del orden mundial y de tormenta, coincidencia que tal vez no sea casual.
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Como siempre, agradezco comentarios en mi email: pgonzalez@ie3.org

