Pensando 2020
Escrito por Pablo González y Pedro Nonay en la primavera de 2020, tratando de entender las consecuencias del Covid 19.
Nota 10 – covid 19
22 mayo 2020
Yo pensaba que había terminado de escribir con la anterior nota. Pero me ha surgido la necesidad de seguir. Eso sí, esta nota será muy breve. Mas que nada, porque no tengo información suficiente. Solo olfato.
Como sabréis, hoy Madrid pasa a la famosa fase 1. Al menos podré ir al bar de mis vecinos y compartir buenos ratos con ellos. A mí eso me parece más que suficiente. Pero no deja de ser un poco extraño que haya que celebrar esa libertad tan pequeña.
También sabréis que el gobierno español ha firmado un pacto con otro partido político (Bildu). Y lo ha anulado dos horas después de firmarlo. No sabía yo que puedo cancelar mis contratos después de firmarlos (si nos enseñan a hacer eso, nos dan ejemplo para que los compromisos pierdan todo su valor, lo que no es nada bueno para el comercio, ni para los jueces).
No hace falta hablar de la actitud de Trump, ni de la de UK, Bolsonaro, … Tampoco de la desorientación de las bolsas, o del petróleo.
Son claras las señales de que el “orden vigente” se desmorona.
Se acaba el prólogo.
Con este título quiero decir que el “alivio del confinamiento” es algo que mucha gente ve como la cercanía del final, pero yo lo veo como el final del principio.
Para todo lo que está por venir (ya he dicho que es uno de los cambios más grandes en la estructura social de la historia) era imprescindible preparar la psicología de las masas. Sin esas masas preparadas, no funciona ningún cambio.
La primera etapa de ese cambio de psicología de masas era “meterles miedo”, recordarles su vulnerabilidad, algo que se ha conseguido con el confinamiento, y con la amenaza invisible del virus.
La segunda etapa era aborregarles (más de lo habitual, que ya era mucho). Hacer que acepten las ideas de los iluminados ante amenazas que superan a las masas. Para ello ha sido muy útil mezclar el miedo al virus con el miedo a su economía. La gente con miedo, y con desconocimiento, está más preparada para aceptar lo que diga el “nuevo líder”, aunque signifique grandes cambios en su estilo de vida y en sus convicciones.
La tercera etapa es la de ilusionarles. Con la entrega de un poquito de libertad (puedes ir al bar, o invitar a tu familia a comer en casa, que “manda huevos” eso sea una entrega que nos conceden) se les da la idea de que avanzamos (gracias a la gestión de nuestros amados líderes). Por ello, y con la esperanza de mayores avances, no se debe molestar al líder mientras trabaja por nuestro bien, … pufff.
Mientras tanto, muchas ideas y empresas que estaban quebradas antes del virus, tienen la coartada perfecta para pedir ayudas, o para quebrar, pero sin ser causa de mala gestión de sus directivos. Se evitan costes y pleitos con la excusa de “¿quién iba a imaginar esto?”.
Por eso digo que se acaba el prólogo. Ahora, con las masas adoctrinadas en la importancia de la obediencia, y en el miedo, con los líderes llenos de atribuciones, y con los “culpables” libres de carga, es cuando empieza el cambio.
Las grandes preguntas son: ¿Cómo va ser el cambio?; ¿hacia dónde?; ¿a qué velocidad?; ¿será bueno el resultado?.
Ya me gustaría saber las respuestas.
Lo que sí se, es que podemos aportar nuestro granito de arena en llevar los cambios hacia algún lugar bueno. También sé que hay posibilidades de ir hacia adelante, en lugar de hacia atrás, pero también existen las otras posibilidades.
También sé que ninguna idea, aunque sea buena, puede funcionar antes de que le llegue su tiempo. Y ese tiempo llega en función de la psicología de masas. Es decir, sea la idea que sea, el tiempo ha llegado.
El virus ha sido muy eficaz en preparar la psicología de las masas para el cambio.
El barco se hunde
Es un hecho que el orden que conocíamos ha terminado (el barco se hunde).
Hay que saltar al nuevo barco (intentando evitar caer al mar en el salto).
Luego habrá que hacer obras en el nuevo barco (mientras navegamos, que es bastante difícil) para intentar que sea un lugar agradable.
El riesgo es inmenso, y la aventura apasionante.
Nos hace falta menos miedo y más ilusión por “la conquista del nuevo mundo”. Es como lo que ocurrió con los pioneros de América (no me refiero a los siberianos, sino a los ingleses y alemanes de mucho después).
Lo que sí tenemos que hacer es liberarnos, en la medida de nuestras posibilidades, de las ataduras con el barco que se hunde (inversiones, contratos, posiciones en monedas que van a desaparecer, …). Trabajo nada fácil y con tiempo indeterminado para acabarlo.
Tras el fin del confinamiento van a empezar las revueltas callejeras, el hambre de los perjudicados, las tensiones sociales, las autocracias de nuestros líderes, … En definitiva, terreno abonado para el mesianismo y la anulación de muchos dogmas establecidos.
Terminado el prólogo, empieza la novela. Nosotros somos, en parte, los protagonistas, y en parte los autores. A ver lo que somos capaces de hacer.
Hasta aquí puedo llegar hoy. Pero no quería dejar de contarlo.