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Pensando 2020

Escrito por Pablo González y Pedro Nonay en la primavera de 2020, tratando de entender las consecuencias del Covid 19.

Nota 5 – covid 19.

18 abril 2020

Continúo con el “relato” de anteriores notas. Esta vez no haré los comentarios previos sobre opiniones recibidas, sino que las comentaré directamente en el texto que escribo a continuación.

Hasta ahora he venido argumentando (en resumen) que:

  • Estamos ante un “problemón” realmente nuevo, acelerado por Covid 19.
  • Hay una causa profunda de todo ello (internet).
  • Esa causa profunda ya venía generando inestabilidades del sistema.
  • “Parar la bicicleta” ha tenido unos costes muy grandes (económicos y sociales).
  • Hay señales de guerra de poder geopolítico, y
  • El concepto de dinero está “en el ojo del huracán”.

Continuamos:

La inercia (parar un tren sin frenos es muy difícil).

En física, el concepto de la inercia es algo básico. Desde Isaac Newton se tiene claro que todo movimiento sigue igual si no se aplica una fuerza para cambiarlo.

En sociología pasa algo parecido. Cambiar la forma de entender las cosas, y la forma de actuar de las masas necesita una fuerza muy grande.

El ejemplo del tren es descriptivo: si un tren se queda sin frenos circulando a 100 km/h, pararlo no es nada fácil, y requiere mucho tiempo y mucha distancia de vía libre. Mucha más si circula cuesta abajo. Y, si no se tiene ese tiempo, o esa distancia libre, cualquier intento de pararlo puede llevar a descarrilar.

En el momento actual estamos parando el tren de la actividad económica sin tiempo y sin vía libre. El riesgo de descarrilar es inmenso. Si descarrilamos, además de romper el tren, habrá muchos muertos. Y después, habrá que construir un nuevo tren.

En nuestro caso actual, la inercia importante es la de la sociología de masas. Lo que están preparadas para entender y aceptar. 

¿Podemos reeducar a las masas para la nueva situación en muy poco tiempo?. Creo que eso no es fácil. Ya lo intentó Mao Tse Tung en su revolución cultural, y aunque lo consiguió, el coste fue muy grande. Y, ahora, el mundo no tiene la capacidad de imposición que tenía la dictadura de Mao.

Aunque es cierto que, como he intentado explicar en notas anteriores, nos encontramos en uno de los escasos momentos de la historia en que va a suceder un cambio de los grandes, también es cierto que nadie está preparado para eso

Ante esa situación, como decía Newton, toda acción tiene su reacción. Puede que el cambio sea muy necesario, pero las estructuras existentes van a reaccionar (defendiéndose, ignorándolo, …). No importa si esa defensa es numantina, lo cierto es que las estructuras cambiarán, pero la defensa retardará el cambio. Lo de numantina lo digo adrede, porque Numancia se defendió con fuerza ante Roma, les hizo gastar mucho tiempo y recursos, y, al final, … desapareció.

También es útil el ejemplo de Newton y la física para ver cómo responde la inercia:

  • Si tiramos una pelota contra una pared suficientemente sólida para que la pelota no la rompa, lo que va a ocurrir es que la pelota rebotará en la pared (habremos cambiado drásticamente su inercia y su trayectoria). Es decir, la fuerza de la pared habrá sido suficiente para cambiar el destino de la pelota.
  • Si la pared no es sólida y la pelota la rompe, lo que ocurrirá es que la pelota seguirá hacia delante, pero con menos velocidad (habrá gastado fuerza en romper la pared), y con otra dirección (las circunstancias habrán cambiado su ángulo de avance)

Lo que pretendo decir con esto de la inercia es que el mundo no está preparado para el cambio que viene. Por ello, aunque sería deseable adaptarnos rápidamente a la nueva situación, eso no va a ocurrir. La psicología de masas no lo permite. Unos se van a defender, otros no se lo van a creer y, en definitiva, van a poner una pared. Como la fuerza del cambio (de la pelota) es muy grande, la pared se va a romper, pero tarde, consumiendo muchos recursos en el camino.

Va a haber un periodo de transición en el que las viejas reglas todavía funcionaran (muy oxidadas) antes de la rendición total ante los cambios. ¿Cuánto tiempo durará esa transición?. Es la gran pregunta, y la respuesta es que depende de tantos factores, que es imposible de calcular (al menos para mí).

El ombligo.

Relacionado con el punto anterior de la inercia, es un hecho que cada uno de nosotros tenemos nuestra forma de ver la parte del mundo que nos toca vivir. 

Nuestra experiencia vital nos ha llevado a configurar unas reglas de actuación, en las que creemos, y una forma de analizar las situaciones, que está basada en aprendizajes antiguos.

Todos actuamos mirando nuestro “ombligo”. Pensamos que, si aquellas reglas que aprendimos en el pasado para nuestra actividad cotidiana nos dieron frutos, tenemos que aplicar las mismas reglas. Casi nadie se da cuenta de que aquellas reglas eran válidas para aquella situación, pero no para ésta.

Nos creemos que conocemos nuestro negocio, y nos negamos a aceptar que nuestro conocimiento antiguo ya no vale para nada. También nos negamos a aprender el conocimiento nuevo.

No quiero hablar más largo de esto, porque es muy desagradable de aceptar. Mejor que cada uno pensemos en ello por nuestra cuenta.

¿Desglobalización?.

Por cosas que he dicho antes, como son las amenazas globales (virus, y clima, p.e.), y las herramientas globales (internet), lo lógico sería que los cambios estuvieran orientados a una mayor globalización, para encontrar eficacia en la respuesta.

Pero, por otras cosas que también he dicho (inercia y ombligo), la respuesta es que va a ser que no. 

Parece que se está implantando una idea de “desglobalización”, bajo el discurso de que aquello fue un error, y que es la causa de nuestros males. Los políticos populistas están transmitiendo la idea de que “China es culpable” (copiando a nuestro Serrano Suñer respecto a Rusia). La solución que aportan es que tenemos que dejar de comerciar con ellos. Es decir, nos proponen un retroceso en la globalización. 

Por iguales razones, nos proponen volver a producir casi todo en nuestro país (mascarillas, p.e.), basado en aquello de que no podemos ceder parcelas estratégicas de producción. Es decir, creen que la autarquía funcionará (y no le funcionó ni siquiera a Franco, que no hacía mal las cosas de control de masas y de gestión futura).

Pero, como ya he dicho, las masas han “comprado” esa idea. Así que creo que vamos a una desglobalización. Eso sí, será tan sólo parcial y temporal.

Lo de parcial es porque las grandes cosas seguirán siendo globales (el equilibrio de poder, el dinero, sea el que sea, el clima, los virus, …). Pero el día a día de las masas no lo será (habrá menos turismo internacional, menos aprendizaje de idiomas, y más apoyo a las “fiestas regionales”). Así, las masas se sentirán más de acuerdo con su inercia.

Y, lo de que la desglobalización será temporal, lo digo porque el resultado final de la civilización necesita un gobierno global, pero puede ser pronto para eso desde el punto de vista de la inercia. Antes de llegar a ello, necesitamos que ocurra una convergencia socioeconómica de las distintas partes del mundo, y eso es algo que va a ocurrir (tras internet), pero que necesita mucho tiempo.

Por tanto, tenemos que prepararnos para esa desglobalización parcial. Y no tenemos que hacerlo para la globalización final, porque eso ocurrirá después de que nuestras vidas hayan terminado.

Y, hago la mención expresa a que esta idea no es la que yo tenía pensada al empezar a escribir mis notas. Pero las conversaciones con uno de mis amigos lectores (en cuyo criterio confío más que mucho), me han llevado a entender que la inercia de la sociedad no permite otro camino.

Inflación vs deflación:

Como ya he dicho en notas anteriores, la impresión de moneda a mansalva debe generar inflación, o incluso hiperinflación.

Pero también es claro que ese es el resultado final. Y que eso requiere tiempo.

Mientras que tengamos la economía parada, o a muy baja actividad al principio de la salida del “confinamiento”, es una realidad que la famosa “velocidad del dinero” es de risa. Así que, mientras que dure esa situación, aunque usemos mucho la máquina de imprimir dinero, la inflación no aparecerá. 

Eso sí, en cuanto se empiece a mover todo a velocidades rápidas, habrá hiperinflación casi inevitable.

Por tanto, mi conclusión es que no debemos preocuparnos por el hundimiento del dólar o del euro durante unos meses, pero sí después.

Revolución vs evolución.

Cuando los cambios sociales son muy importantes, es posible que surjan revoluciones. Pero es cierto que, para eso, hace falta que las masas estén muy concienciadas, y muy incentivadas (revolución francesa, o rusa, p.e.).

Nosotros estamos ante un cambio de esa envergadura. Pero no veo la conciencia social para meterse en esas aventuras. Me refiero a la revolución con guerra, mucho riesgo, y muchos muertos, no a la revolución de salón del tipo: “me gustaría que pasase  …, pero yo no voy a arriesgarme”.

Por ello, es posible que no ocurran aún episodios revolucionarios (tal vez sí en el futuro). En el fondo es la misma causa por la que no llegará todavía la globalización final, ni la hiperinflación: todavía es pronto, y la sociedad no está preparada.

Lo que sí habrá es mucho cambio implantado mediante evolución. Si el cambio es suficientemente rápido y adecuado, incluso se puede evitar la revolución. Si no es así, simplemente la retrasaremos.

También digo que esta opinión está basada en comentarios del mismo amigo del punto anterior. Ojalá lleve razón (a mí me ha convencido), porque todo es más llevadero bajo evolución que bajo revolución.

Continuará, …

Si tienes alguna opinión o comentario sobre lo que he escrito, no dudes en enviarme un correo a pgr@pablogonzalez.org.

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