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Pensando 2020

Escrito por Pablo González y Pedro Nonay en la primavera de 2020, tratando de entender las consecuencias del Covid 19.

Nota 2 – covid 19.

10 abril 2020

Ya sé que dije, al final de mi nota anterior, que ahora hablaría de decisiones posibles ante cada uno de los escenarios potenciales de futuro, pero me he dado cuenta de que hay que tocar otros temas antes, que son los que crean las “condiciones de contorno” de la ecuación (concepto importantísimo en matemáticas, … y en la vida real).

Así que lo intento a continuación.

Problemas previos al covid 19.

Es fácil decirlo ahora, pero eso no quita la importancia de recordarlo: 

  • antes del covid 19, se estaban detectando muchos problemas de estabilidad del sistema. Esos problemas, por supuesto, estaban relacionados con la causa última, que ya he dicho que es la revolución tecnológica post-internet.

Se pueden escribir largos libros sobre ello (de hecho, se han escrito muchos muy interesantes, como los de Roubini, Friedman, Piketty, Harari, …). Independientemente del origen ideológico de cada escritor, todos ellos se centraban en explicar nuevas vulnerabilidades del sistema (del Contrato Social, en el fondo), que aparecían tras la revolución tecnológica.

Sin precisiones de detalle, y sin lenguaje pomposo (que dificulta el entendimiento), intento resumir las debilidades del sistema detectadas (siempre según mi opinión). Son las siguientes:

  • Incremento de desigualdad social en occidente.

    No hace falta desarrollarlo (porque todo el mundo lo tiene claro), pero antes de todo esto, para las cuestiones económicas, sólo importaba lo que pasaba en occidente (los antiguos países de la OCDE, y USA en especial).

    Tampoco hay que demostrar, por ser un hecho evidente, que, en esos países (no así en los otros), hace tiempo que estamos “aniquilando” el concepto de clase media, y pasando a casi todos los antiguos miembros de esa clase media a clase baja (o a clase baja-alta, para ser más exactos).

    Es el discurso de la izquierda sobre los “recortes”. No soy yo sospechoso de izquierdista, pero hay que tener claro que llevan razón en que ese cambio de clases sociales está ocurriendo.

    La causa de haberse producido eso es, de nuevo, internet (bajo el pseudónimo de “globalización”). Como la tecnología lo permitía, decíamos a los trabajadores una de las siguientes cosas:

    • Si no haces el trabajo intelectual (un ingeniero, por ejemplo) a un precio competitivo, se lo encargo a un hindú, que me hace los planos más baratos que tú, y me los manda por internet. 

    • Si no haces el trabajo manual y presencial aquí, a un precio competitivo (recoger fruta, por ejemplo), se lo encargo a un inmigrante, que, si no ha venido todavía, ya vendrá.

  • Lo cierto es que, con estas actitudes, por muy lógicas que sean, y por muy necesarias para competir en igualdad de condiciones con nuestros competidores (que es cierto que hace falta): 

    • Hemos roto lo que llaman el “ascensor social”

      Hoy, si un joven decide estudiar medicina (algo muy necesario y aplaudido en la pandemia), se va a encontrar con que la sociedad premia su esfuerzo de 10 años de estudio con un contrato de 1.000 euros al mes, además de un puesto de trabajo inestable.

      Eso sin hablar de lo que pasa en USA con los créditos para estudiar en la universidad.


    • Hemos creado un gran cabreo de las clases bajas.

      Independientemente de si lo ocurrido era lógico, necesario, o incluso justo, lo cierto es que a nadie le gusta vivir peor que antes. Y eso es lo que ha ocurrido en casi todas las antiguas clases medias de occidente (no en los otros países).

      Eso es un terreno abonado para el populismo. Sobre todo, ante las personas incultas, que no son todas las de las nuevas clases bajas, pero son muchas.


  • Degeneración del sistema democrático.

    Muy relacionado con el punto anterior, si la mayoría de las personas del antiguo Occidente (repito, no es el caso de los antiguos países pobres) han “bajado de clase social” y están cabreados, y si la democracia fomenta las ideas de la mayoría (todos los votos son iguales), y si los pobres son muchos más que los ricos, … queda claro que se van a elegir gobiernos que apoyen esas ideas de los “desclasados”, incluso si sus políticos les engañan (cosa fácil, porque no son tan inteligentes, ni los votantes, ni los políticos).

    Esto es una amenaza muy grande para la democracia en los antiguos países ricos (lo estamos viendo continuamente con los hechos, como es el caso de España, Inglaterra, USA, …).

    La única solución al asunto es: o dar mayor calidad de vida a los “desclasados” (como puede ser el asunto de la renta mínima), o fomentar las dictaduras. Es fuerte, pero es así.
  • Progreso de los antiguos países pobres.

    Al contrario de lo que viene pasando en los antiguos países ricos (Occidente), en los países pobres, aunque la renta per cápita siga siendo inferior a la nuestra, la mayoría de la gente vive hoy un poco mejor que ayer.

    Eso les hace creer en el “ascensor social” y apoyar a su gobierno (aunque sea dictatorial). En esto, los españoles un poco mayores tenemos un claro ejemplo en Franco: lo cierto es que su forma de garantizarse la continuidad fue el haber llevado a media España de la clase baja a la clase media (y fue un éxito, al menos en lo económico, y en su tranquilidad personal para poder morir en la cama).

    Y esos antiguos países pobres son hoy un gran competidor de los antiguos países ricos (ejemplo clarísimo es China). Lo que incrementa las tensiones geopolíticas de guerra de poder (asunto muy importante, pero que trato en otro lado).

  • Divorcio entre la economía financiera y la real.

    Hace mucho que viene ocurriendo. 

    Siempre en la historia ha existido el control final de alguien ajeno a la economía real (antes eran los reyes, en otra época la religión, y ahora las “altas finanzas”).

    Pero, una cosa es que haya un “controlador final”, y otra distinta es que ese controlador no se ciña a su objetivo, que es la manipulación estratégica de la sociedad, dejando que la vida normal fluya.

    En el momento actual, hay muy pocas posibilidades de hacer nada importante fuera de la economía financiera. Y, hay que recordar que esa economía no produce nada.

    Además (¿o tal vez por eso?), los balances de la economía financiera (bancos, bancos centrales, gobiernos, fondos de inversión, …) no “aguantan un soplido”, y son más falsos que Judas.

    Un ejemplo de esos balances falsos es que nos vienen diciendo que la banca ya superó los problemas de 2.007. Lo hacen con el argumento de que tienen menos activos tóxicos inmobiliarios en el balance. Dicen que, con eso, los test de estrés salen bien. Pero, lo que no dicen, es que, en esos test de estrés no se considera como activo problemático la deuda pública. Todo el mundo sabe que la banca tiene muchísima deuda pública en su balance. ¿Alguien se cree que los estados van a poder pagar su deuda, máxime con sus nuevas necesidades de pasta tras el virus?. ¿No estarán en quiebra, en ese momento, todos esos bancos que hoy aprueban los test de estrés?.

    Por mucho poder que mantengan todavía, una vez que la gente tenga la impresión de que no aportan nada (cosa ya casi cierta tras los famosos rescates tras 2.007), ese poder de la antigua economía financiera está herido de muerte.

    Surgirán nuevas estructuras para cubrir su hueco. Y eso es una de las grandes incógnitas para los que tenemos que tomar decisiones: ¿Quién va a llevar ahora el control estratégico final?. 

  • Ineficacia de muchas empresas ante el mundo post-internet.

    Este asunto puede ser peor entendido por los amigos a los que destino estas notas, pero es muy importante.

    Lo cierto es que, hasta hace poco, la gente tendía a considerar que las empresas relevantes eran las antiguas y famosas (petroleras, coches, bancos, eléctricas, …).

    Pero internet ha cambiado todo. Entre otras muchas cosas, ha cambiado la forma de producir casi cualquier cosa o servicio.

    Por ello, hay muchas empresas (casi todas las antiguas) que tienen altísimos costes de infraestructura que son completamente innecesarios para su trabajo tras la existencia de internet. Es el caso de la red de oficinas y empleados de los bancos antiguos (cualquier banco online da el mismo servicio con muchos menos costes), o de otros muchos ejemplos.

    Además (y un poco basado en el mismo problema), esas empresas tienen unos grandes costes en asumir la deuda que fueron adquiriendo para pagar sus ineficaces costes operativos (lo que, en cristiano, llamamos “mierda en el balance”).

    No creo que esas empresas tengan ninguna viabilidad a largo plazo. Todas quebrarán, y su servicio será ofertado por nuevas empresas que tengan menores costes de infraestructura, que usen mejor las herramientas post-internet, y que no tengan gran deuda originada por “sostener y disimular mierdas del pasado”.

    Hasta el momento en que esas empresas quiebren, como eran muy poderosas en el pasado, y mantienen algo de poder, lo que van a hacer es intentar defenderse. Lo harán hasta la muerte (y morirán), pero esa guerra hace mucho daño a la economía.

Continuará, … (o no. Ya veremos).

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